Ejercicios de introspección

 

Ricardo Álamo.- Como la novela contemporánea, que ha acabado subsumiendo casi todos los géneros literarios, los libros de aforismos presentan cada vez más una diversidad de tonos, estructuras, formatos, lenguajes o hechuras textuales que los alejan sin solución de continuidad de su tradicional y clásica fisonomía. No son pocos los aforistas que en los últimos años están experimentando con nuevas formas de escritura breve, huyendo o desertando del aforismo efectista, de la vana ingeniosidad o del mero chiste, así como también de la artificial agudeza que se vale del lenguaje no tanto para ofrecer una idea original o un pensamiento profundo como para epatar al lector con una obviedad o un lugar común engalanado con el brillante oropel de una feliz ocurrencia. A Paulo Gatica (El Puerto de Santa María, 1984) se le conocía hasta ahora fundamentalmente por sus trabajos de investigación en el campo de la aforística. Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, tiene escrita una tesis sobre el aforismo hispánico contemporáneo, además de diversas obras de carácter teórico sobre este mismo género (por ejemplo, Aforismos, debates y perspectivas, 2019). Lapidaria es, sin embargo, su primera incursión creativa como aforista, lo que supone haber dado el salto desde la reflexión crítica o el comentario de texto a la propia inmersión en un terreno literario donde, a tenor de sus publicaciones anteriores, es un especialista. Quizá porque Gatica conoce bien el género y sabe en qué aspectos no hay que reincidir pata no caer en lo más trillado del mismo —verbi gratia: cualquier efectismo grandilocuente envuelto en una fraseología vana—, o quizá porque simplemente ha querido blindarse contra los rutilantes juegos de palabras y las astucias paradojales a que tan fácilmente se prestan los aforismos, lo cierto es que los suyos son fieles ejemplos de lo que José Ramón González llama una «poética de la complejidad» que «exigen del lector un doble o triple movimiento introspectivo».

Ciertamente, como ejercicios de introspección o de exploración de la propia conciencia se podrían definir los aforismos del autor portuense, que a lo largo de su libro va dibujando a grandes rasgos el perfil de una persona que pondera más el escepticismo que las lapidarias certidumbres que le pudiera ofrecer un mundo donde nada es lo que parece. De ahí que se atreva a decir que su yo interior padece las inclemencias del tiempo: unas inclemencias que, por descontado, son variadas y variables.

Por otro lado, Gatica, en su apuesta por huir de los alardes retóricos aborda un sinfín de cuestiones como la verdad, el silencio, el rencor, el amor, la literatura, el lenguaje o la muerte, de una manera sobria y contenida, como si en el fondo no quisiera pasar por un diletante o un moralista subido a un púlpito desde el que lanzar sus lapidarios anatemas. Lejos de arrogarse esa espuria condición, lo que se propone Gatica es indagar, sin aprioris y sin prejuicios, lo que habita en su conciencia a partir de su propia experiencia vital. Una experiencia vital que no es tributaria de un reduccionismo simplificador de la realidad, sino todo lo contrario. Por eso no es poco significativa su constante elusión de lo obvio y lo palmario, cosa que José Ramón González ha sabido destacar en su prólogo como una de las señas de identidad de este libro: «El autor elude lo obvio y lo evidente y su escritura se convierte en exploración que nos compromete en una lectura activa y creadora en la que el goce consiste precisamente en el hecho de participar en un proceso de desvelamiento que se despliega en momentos/movimientos sucesivos. No es, por lo tanto, una oscuridad o una dificultad artificiosa y falsa, sino la consecuencia lógica de una escritura que se plantea como ejercicio de indagación y búsqueda y que ofrece en el texto un territorio abierto por el que el lector puede transitar de formas diferentes, realizando recorridos diversos en busca de un sentido plural que se postula como recompensa. No es algo que se da gratuitamente, sino algo que se logra o se consigue, y que exige compromiso y esfuerzo».

Sin entrar a debatir con José Ramón González si realmente la propuesta de Gatica le exige o no compromiso al lector, puesto que como ya dije antes no creo que el autor de Lapidaria persiga orientar moralmente a nadie, yo diría que lo que le reclama es el sacrificio de analizar la realidad sin autocomplacencias, tal vez (y esto es ya interpretación mía) desde ese posicionamiento intelectual que la filosofía griega llamó epojé y que consistía en la suspensión del juicio para llegar a conocer la realidad sin convencionalismos ni tópicos. De otra manera no se entendería que Gatica, en el arranque de su libro, diga a modo de advertencia pero con determinación: «Trabajo la verdad con paciencia y escoplo. Descarto la materia sobrante y pulo los vértices más agudos. Finalmente, contemplo su perfil vacío sobre el pedestal: la plena ausencia y posibilidad». Ausencia de pleonasmos y de lugares comunes a la hora de vérselas con la verdad de la realidad, y posibilidad de ofrecer nuevas y efectivas interpretaciones de la misma: he aquí, a mi modo de ver, lo que los aforismos de Paulo Gatica buscan ofrecer al lector.

Paulo Gatica, Lapidaria. Ediciones Trea, Gijón. 2023.

 

One thought on “Ejercicios de introspección

  • el 5 diciembre, 2023 a las 7:50 pm
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    Wow me gusto mucho el como se manejo la información en este articulo

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