“El silencio del agua”: Un terreno pantanoso muy bien organizado

Por Judith Mata.

Detrás de cada investigación criminal, hay una persona. El detective al que le toca perseguir a un asesino también vuelve a casa por las noches cansado y con ganas de tan sólo comerse un plato de fideos. A parte de los problemas profesionales, el hogar también puede convertirse en un caso difícil de resolver. El silencio del agua (Wei Shujun, 2023) consigue combinar esas dos vertientes en una historia en la que el thriller es tan policial como personal. El asesinato bajo extrañas circunstancias de una mujer a orillas del río desestabiliza la vida de Ma Zhe tanto laboral como personalmente. De la misma forma que las pistas del crimen se diluyen a medida
que avanza la historia, el futuro con su mujer y la familia que están construyendo se tambalea a la vez que el caso, encerrando al detective en una encrucijada nubosa. El ambiente del film se contagia de esa aura en la que el protagonista se mueve. Un terreno pantanoso en el que hay que mirar dónde se pisa, qué se dice y a quién.

Siempre solo y cabizbajo, las imágenes rodadas en 16mm son el reflejo literal de esa atmósfera y del estado psicológico del protagonista – discrepantes con una banda sonora un tanto repetitiva -. Una niebla envuelve siempre a Ma Zhe o una lámpara, que apenas alumbra, lo distingue tímidamente del resto de objetos del cuadro. Estas imágenes, sombrías y lóbregas, tanto en los espacios abiertos como en los cerrados, dan vida a una historia que, sin embargo, no se sella. Las pistas aparecen (vínculos con las víctimas, radiocasetes con mensajes de amor o una chica de pelo ondulado), los lugares se reiteran (el lago, los bares, las casas, las calles) y los personajes no han cambiado. Pero los secretos de los ciudadanos triunfan sobre los esfuerzos inhumanos del protagonista en un caso en el que la naturaleza – contra la que no se puede luchar – posee todo el poder, y el agua es el único elemento que conoce las verdades.

Así, resulta interesante cómo El silencio del agua logra combinar dos películas en la que sólo una vencerá sobre la otra. Las narrativas se intercalan de forma inteligente para que el espectador no pierda el interés. De la misma forma que aparecen nuevas pistas, las situaciones cotidianas ponen a Ma Zhe entre la espada y la pared. El golpe de realidad eleva al thriller a lo humano, creando una propuesta con preguntas que nunca tendrán respuesta, pero por ello, también, dotándose de una autenticidad peculiar rodeada de tenebrosidad.

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