Pepe Viyuela en “Jardiel enamorado”: espléndido espectáculo de 32 personajes para 6 actores

Horacio Otheguy Riveira.

Si toda biografía ha de justificarse aportando nuevas miradas sobre el biografiado, esta se convierte en obra maestra cuando recrea al personaje, trascendiendo los límites de su actividad, como un ser a la deriva en busca de su propia voz. Así, Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) tiene la dimensión de un trágico apasionante, viviendo intensamente muy enfermo y con angustias sentimentales y económicas, ofreciéndonos un recorrido biográfico que puede emocionar a sus admiradores más encendidos como a quienes no conozcan su obra, ni profunda ni superficialmente, y esto sucede por el talento de su prolífico bisnieto, Ramón Paso, con muy larga trayectoria, que para la ocasión ha creado una pieza única, magistral desde el primer instante en que un hombre ante una mesa intenta, en vano, escribir, mientras, a pocos metros de distancia, patean y abuchean una de sus comedias…

Emociona todo el recorrido porque, más allá de las peculiaridades del gran escritor, quien vive sus alucinaciones y la realidad de su momento histórico como una alucinación, es un hombre roto que nos llega como fantasma de uno de nosotros: con sus talentos y sus debilidades, contradicciones y frustraciones.

Todo discurre entre numerosos personajes interpretados por excelentes intérpretes que en cuestión de escasos minutos cambian de fisonomía, de modos y maneras, para encarar el contexto de épocas pobladas de personalidades que van de un célebre comediógrafo acusado de plagio, famosos del teatro y el cine, camareros y criadas entrañables, y entre muchos personajes reales, nada menos que Chaplin y Harpo Marx… todos alrededor de Jardiel, este tipo enamorado y bien cargado de conflictos, con la falta de dinero como una constante… :”¿Que si tengo dinero? Tengo deudas, lo que significa que una vez lo tuve”…

Su humor tan peculiar como la propia dinámica de quien se entrega al amor, al deseo y la lucha por sobrevivir a los golpes bajos de la vida, mientras una hermosa dama de verde le sigue de cerca en una adoración extraña por la que él también suspira…

Jardiel enamorado tiene en Pepe Viyuela a un protagonista sensacional que aprovecha sus muchos recursos teatrales a los que suma los de fabuloso clown (Viyuela en el Price) midiendo cada gesto, cada frase, cada respiración para integrar la propuesta general con la humildad que siempre le ha caracterizado, con lo cual todo el elenco se atrinchera a su lado, se crece, aúna fuerzas imprescindibles para un denodado ejercicio de precisión en gran medida coreográfica, en tanto una escenografía simbólica que va aportando sentimientos y hechos, junto con las luces, sumamente creativas, van dando tonos y calidades a un espectáculo formidable con un final inesperado, bien nutrido de jardeliano impacto.

Al levantarse el telón, el autor busca tranquilizarse intentando responderse preguntas de fondo. Mientras tanto, a escasos metros, se produce el pateo y abucheo de una de sus funciones. Un horrendo desprecio en noche de estreno por intereses empresariales y otras obsesiones, acciones hoy desaparecidas, pero habituales en los años 40…

«Jardiel. ¿Cuál es la medida de un hombre? ¿El esfuerzo? ¿El éxito? ¿El fracaso? ¿El amor? Puede que sea el amor. No lo sé. ¿De qué está hecho un hombre? Ésta es la historia de mi vida, de mis recuerdos… Y, tal vez, lo que recuerdo no ocurrió exactamente así y, seguramente, algunas cosas sucedieron antes y otras después, pero eso no importa, porque éste es mi camino. El mío. Y lo voy a hacer a mi manera.
(A lo lejos, sonido de gritos y pateos.)

ESCENA 2. TEATRO DE LA ZARZUELA. ENTRE CAJAS. 27F EB 1946.

(Cesan. Dos réplicas de “Agua, aceite y gasolina”. Risas. Nuevo pateo, aún más feroz. Al lado de Jardiel, muy atento, el Regidor. Cesa el pateo.)

Regidor. Parece que esta escena ha molestado menos.
Jardiel. Sí, puede ser, pero ya le digo yo que de esta sesión de pateo sale una generación entera de futbolistas.
(Se recupera el común trasiego de la función.)
Regidor. Perdone, que tengo que ir a avisar una salida… y no vayamos a darles motivo de enfado.
Jardiel. No, no se lo demos, porque mire lo que hacen sin motivo, ¡imagine con motivo! Nos tiran el teatro. Y no es nuestro.
(El Regidor hace mutis, mientras sale a escena Perico Espasa.)
Perico. Jardiel, la función no gusta.
Jardiel. ¿Te refieres a la del escenario o a la del patio de butacas?
Perico. La del escenario.
Jardiel. Es verdad que la otra les tiene muy entretenidos.
Perico. ¿Vas a salir a saludar?
Jardiel. Hombre, más que a saludar, debería salir a partirme la cara, porque estos cafres han venido a por mí. Pero bueno… Bah, habrá que darles el gusto. ¿Se sabe ya quién lo ha organizado?…»

De este modo, un aliento fresco, doliente, aderezado con la chispa espontánea de Jardiel Poncela… permite abrir las puertas de una gran función que rinde homenaje a un escritor genial, y de paso pinta atmósferas y cadencias de una época donde se entrelazan algunos dramas del país durante el siglo XX con la necesidad de amor y de dinero: complejo entramado de pasiones que Ramón Paso logró articular en el texto, y como director plasmó —con acierto de gran artífice— situaciones atractivas, brevísimas o extensas, todas en un fluido tragicómico encantador con un emocionante final inesperado.

 

En la amplia gama de personajes, junto a Jardiel en Hollywood, Chaplin y su esposa Oona (interpretados por Ana Azorín e Inés Kerzan, respectivamente).

 

Rafa Ramos, Pepe Viyuela, Sergio Otegui… e Inés Kerzan, la misteriosa dama de verde que solo ve Jardiel, y cuyo significado se revela al final… Detrás, una imagen parcial de la muy original escenografía de Javier Ruiz de Alegría, responsable también del sutil diseño de iluminación…

 

Pepe Viyuela abarca todos los matices de Jardiel, personaje de leyenda. Aquí junto a Josefina, su gran amor, en una dulce escena con Ángela Peirat aportando tanta simpatía como belleza y tensión dramática cuando la acción se lo exija algunas escenas más adelante.

 

Encuentros relajantes y divertidos con uno de los personajes entrañables de Jardiel Poncela, una camarera analfabeta que Ana Azorín borda con desparpajo y fantástica ternura.

 

De pie: Sergio Otegui, Ramón Paso, Inés Kerzan, Rafa Ramos. Sentados: Ángela Peirat, Pepe Viyuela y Ana Azorín: un equipo que cautiva con su extraordinaria capacidad de trabajo en la difícil tarea de interpretar un alucinado mundo de hechos históricos combinados con sugerentes ficciones.

 

Jardiel. ¿Es usted mudo de verdad?
Harpo Marx. (Sonriendo) No. ¿Y usted es feliz de verdad?
Jardiel. (Sonriendo) No.

 

 

Harpo. ¿Sabe por qué nacemos y por qué morimos? ¿Sabe qué es lo único que importa en la vida? ¿Se lo cuento? ¿De judío a judío, se lo cuento? El amor. Enrique, amigo, ¿usted ha conocido el amor?
Jardiel. Sí. Lo he conocido. El amor de mi vida se llama Josefina. ¿Y sabe, señor Marx? Se me ha fugado con un argentino cantante de tangos.
(Los dos se ríen.)
Harpo. Pues persígala, Enrique. ¡Persígala o se arrepentirá!
(Vuelve a cruzar la Mujer de traje verde. Harpo se levanta.)
Harpo. Ya ve. Yo no hago otra cosa que perseguir mujeres.
(Silba y hace mutis corriendo detrás. Jardiel se ríe solo.)

 

 

Texto original: Ramón Paso

Dirección: Ramón Paso

Reparto: Pepe Viyuela, Ángela Peirat, Ana Azorín, Inés Kerzan, Sergio Otegui y Rafa Ramos.

Escenografía e iluminación: Javier Ruiz de Alegría

Vestuario: Juan Sebastián Domínguez

Diseño de audiovisuales: Madrid Produce

Espacio sonoro: Daniel Villarroya

Producción ejecutiva: Marco Gómez Vuolasmaa

Dirección de producción: Inés Kerzan

Ayudante de dirección: Ainhoa Quintana

Ayudante de producción: María Gutiérrez

Diseño gráfico: Hawork

Comunicación: Marea GlobalCOM

Una producción de Andrés Vicente Gómez de Lola Teatro en asociación con PasoAzorín Teatro.

Distribución: Mediterránea

 

TEATRO INFANTA ISABEL

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