Brillante esperpento con millonario moribundo en busca de una metáfora

Por Horacio Otheguy Riveira

Algún día todo esto será tuyo es una función teatral del Club Caníbal, la misma Compañía que, por ejemplo, nos asombró parodiando una estafa descomunal en Herederos del ocaso. Ahora toca algo menos aparente, más oscuro e incluso más esperpéntico: el patio trasero de una popular gran empresa española. Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa conforman el trío «milagroso» que revive muertos ilustres como espejo deformante de una España más negra cada día. Y lo hace con música en directo de Pablo Peña, quien en algunas funciones cede papel a su colega Laura Nadal. Todos dirigidos por el autor del texto, Chiqui Carabante.

Variedad de personajes interpretados por tres excelentes actores en eterno pantalón corto. También se ocupan de interpretar a mujeres. En esta escena: señoras desquiciadas esperando que abra El Corte Inglés el primer día de rebajas.

Ramón Areces (1904-1989), al frente de El Corte Inglés, ensaya su velatorio con discursos que él mismo escribe o sugiere o inventa sobre la marcha y nada le conforma. Está en el ataúd porque el ensayo ha de ser lo más perfecto posible, mas todo se detiene cuando no le convencen las metáforas que le señalan como un gigante amantísimo o «como una madre que avanza con sus grandes pechos para amamantar a sus hijos». Así que ya que ha subido a escena para representar su pública despedida en cuerpo presente, aguanta el tipo, contrata a un escritor de éxito, «publicado por Planeta-Agostini», y se queda al frente de una parodia cruel de sí mismo y de la España negra en que floreció su fortuna; odia que le entrecomillen frases, detesta al género humano que tome iniciativas por sí mismo y adora ejercer de un dios que lo que hoy te da mañana te lo quita. Ante el escritor repasa su vida en una combinación muy interesante de realidad histórica y delirio narcisista.

Dentro y fuera del ataúd —que depara un gran final, además de dar vueltas en escena de principio a fin—, el millonario avaricioso viene a simbolizar la corrosión deshumanizada de toda figura del capitalismo, pero a la española, donde la mezquindad de sus políticos dan mucho de sí en torno a la ruindad de la lucha familiar de este hombre que amasa su éxito a costa de parte de su familia, una reyerta muy profunda que nace con Galerías Preciados fundada por su primo Pepín Fernández, a quien en los 80 las deudas le obligaron a entregar la empresa al Banco Urquijo, con quien luego negoció el ya poderoso hombre de El Corte Inglés, y la absorbió.

La función utiliza muchos elementos bien documentados, los hechos reales sin embargo deambulan bajo la marca de la Compañía del Club Caníbal, es decir, bajo los rasgos de una representación de la España más esperpéntica, donde ningún rasgo mínimamente generoso se le adivina al personaje. Una figura teatral que ha nacido como viva representación de lo peor del crecimiento económico, siempre inmisericorde con sus empleados y con el cliente, a quien le provee de algunos «privilegios» para esquilmarle con supina habilidad.

En escena Ramón Areces es un empresario siniestro y un pastor de almas carismático, líder de la mayor secta universal, la del consumismo en la que la masa agradece a su amo pagar más de lo que las cosas valen utilizando confortables tarjetas de pago, y al gran jefe se le rinde tributo con la serenidad de que siempre dará alguna clase de trabajo, aunque aquí y ahora se aproveche vilmente de las nuevas reformas laborales, mientras los herederos del riquísimo mandamás pelean por el queso y negocian una inmensa deuda con la banca. Misterios y muecas, chaplinescas comicidades, risas de luto y una gran imaginación en todo el entramado escrito y dirigido, como es habitual entre estos admirables caníbales, por Chiqui Carabante.

De señalar alguna cima, me quedo con la espeluznante y a la vez divertida secuencia de Franco y su esposa, cada uno con su escena: el generalísimo que quiere que sólo le llamen Caudillo, se presenta como un botarate amantísimo de los yogures Yoplait sabor a fresa, y su esposa es una cretina que negocia la Semana de Marruecos en El Corte Inglés para quitarse de encima a un moro, eficaz asesino de rojos que Paco se trajo de la guerra pero cuyo olor ella no aguanta. Consigue colocarlo en la próspera empresa, sale en busca de joyas de marca que le acaban de ofrecer gratuitamente, y de paso lanza la gran metáfora del amargo espectáculo. Don Ramón acaba muriendo sin encontrar una buena metáfora para describir su vida, pero Carmen Polo lanza una inesperada, una metáfora furibunda que describe con exactitud toda la movida nacional:

Los cadáveres humanos son muy buenos como abono para flores y plantas, si no mire lo bonitas que crecen en las cunetas.

Adicto a los yogures sabor a fresa sin tropezones, el dictador no es más tonto porque no se entrena.

Carmen Polo, loca por las joyas, esnob y ridícula como ella sola, consigue enchufar al moro que quiere sacar de casa como sea.

Hoy los grandes almacenes más populares del país tienen mucha competencia, grandes deudas, y no pocos quebraderos de cabeza entre sus herederos, pero de esto no se habla, más bien está dicho en el título: Algún día todo esto será tuyo. De lo que en verdad trata la obra es del trasfondo, los entresijos de un mundo al que los medios de comunicación han tratado con guantes de seda, y cuyos pormenores han salido a la luz en un artículo en el que el Club Caníbal ha encontrado inspiración (citado en el programa de mano): La falseada historia de El Corte Inglés. Por Javier Cuartas. Editorial Contexto, marzo 2016, donde se dicen cosas como esta:

Ramón Areces no compró en diciembre de 1935 la antigua sastrería El Corte Inglés, la operación de la que surgió el actual grupo de grandes almacenes. Areces tampoco negoció la adquisición de la afamada tienda madrileña, no participó en las conversaciones con sus propietarios, no figura en los documentos de la transacción, los antiguos dueños que pactaron la venta de su negocio jamás tuvieron relación con él. Areces no puso dinero para abonar la compra (entre otras causas, porque no lo tenía) y ni tan siquiera estaba en Madrid cuando se gestionó y formalizó la adquisición. En diciembre de 1935, Ramón Areces estaba a 467 kilómetros de distancia de Madrid.

Sin embargo, Ramón Areces narró a lo largo de su vida cuatro versiones diferentes sobre cómo gestionó, negoció y materializó en solitario la compra de la decimonónica sastrería El Corte Inglés. Estas versiones del empresario se difundieron en la prensa española a lo largo de varios decenios y continúan propagándose ahora. Nadie se cuestionó cómo era posible que se pudiera haber hecho una operación de cuatro maneras diferentes. En realidad no la hizo él. Areces lo reconoció en 1962: “Mi tío compró El Corte Inglés”.

En definitiva, otro espectáculo de ibérico esperpento propio de un Club Caníbal que come con ingenio las virulentas tragicomedias de la España corrupta que da vergüenza ajena. Muestrario de notables valores teatrales en la transformación de los tres actores a la vista del público, en una teatralidad siempre presente, donde el talento de los cómicos transgrede normas con indudable libertad, siempre sin despegarse del espíritu crítico sobre personajes siniestros que siguen dominando el día a día del país.

Escénicamente creativos y muy divertidos, ideológicamente muy críticos: entre risas, el sabor amargo del mucho trabajo que nos queda por delante a los ciudadanos… si queremos desperezarnos de la abulia en que nos han pillado para hacer sus fabulosos negocios a nuestra costa.

Maniquíes que saben lo que dicen…

DIRECCIÓN Y DRAMATURGIA
Chiqui Carabante
Intérpretes: Font García, Vito Sanz, Juan Vinuesa 
DISEÑO ILUMINACIÓN
Nerea Castresana
MÚSICA EN DIRECTO Y COMPOSICIÓN
Pablo Peña/Laura Nadal
VESTUARIO
Salvador Carabante
DISEÑO GRÁFICO
Fratelli Moca
Jose Fernández
ESCENOGRAFÍA
Walter Arias
PRODUCCIÓN
Club Canibal
Silvia Rey
Sirai Life Priumph
DISTRIBUCIÓN
Susana Rubio
Teatro de La Abadía. Hasta el 23 de septiembre 2018

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