Postureo literario: 5 síntomas de que lo padeces y cómo evitarlo (I)
Por muy bohemios que se empeñen en ser algunos escritores, es prácticamente imposible para cualquier sector no verse influido por el creciente poder de internet y de las redes sociales. Si a esto le añadimos el ego artístico que muchos llevan dentro, el resultado puede ser un cóctel molotov de poses y ganas de dar espectáculo que nos alejan del nuestro verdadero objetivo: escribir, compartir lo escrito y, sobre todo, disfrutar de esta maravillosa experiencia.
Así que, para que no caigáis —caigamos— en este terrible y contemporáneo vicio, os dejo algunos síntomas para que sepáis si estáis infectados… y cómo curaros rápidamente.
1. Contarle a todo el mundo que eres escritor pero no dejar a nadie que lea nada que has escrito. No es cuestión de que tengas que tener todos tus textos disponibles para todo el mundo, pero si lo haces como algo íntimo y privado, ¿cuál es el sentido de contarlo de esta forma?
Cómo evitarlo: vence el miedo a la crítica —comienza por alguien que te haga una valoración constructiva—.
2. Hacerte fotos escribiendo cada vez que reanudas tu trabajo de escritor. Un plus si es con máquina de escribir. Queda más hipster.
Cómo evitarlo: cuando estés escribiendo dedícate a escribir. Si te motiva más contarlo, pues adelante, pero luego céntrate. Y, por una cuestión de eficiencia y escasez de carretes de tinta, mejor que escribas a mano o directamente en un ordenador, tableta… deja las máquinas de escribir para las fotos de tu página web o tu perfil de Twitter.
3. Contarle a todo el mundo lo que disfrutas con las exposiciones del autor de moda al que no has leído. Este año toca Lewis Carroll… ¿has leído a Carroll o solo guardas un recuerdo más que siniestro de la adaptación que hizo Disney de Alicia en el País delas Maravillas? Bueno, tal vez seas más de la versión libre de Tim Burton.
Cómo evitarlo: lee algo del autor en cuestión antes de ir. Si te encantan sus historias, eres fan de Alicia… e incluso has explorado sus símbolos, es normal que quieras ir a la exposición, que hagas algunas fotos, etcétera.
4. Crear una portada para tu obra con actores famosos, como si alguna vez Michael Fassbender y Jennifer Lawrence fueran a protagonizar tu novela. Las fotos de parejas de culebrones también entran en este apartado.
Cómo evitarlo: busca un diseñador para tu portada. O, por lo menos, una fotografía que no esté mal en Pixabay.
5. Hacer un cartel con una cita tuya y dedicarte a compartirla. Aún no eres Winston Churchill ni Bob Marley.
Cómo evitarlo: si algún día llegas a algo, ya te citarán los demás. Como mucho, si te mueves bien y te entrevistan para una revista o blog, será el periodista en cuestión quien te cite.
Postureo extra: hacerte selfis. Así, en general. Ya huelen.
PD: Huelga decir que leí a Carroll hace tiempo. Que en mi página de Facebook cito a otros. Que la máquina de escribir la uso como atrezo. Aunque seguro que caigo en miles de postureos… admitirlo es de sabios ¿qué postureos literarios habéis detectado vosotros? Hay muchos y traeremos más.
Imagen de la falsa portada: http://data.whicdn.com
En realidad, escribir, hoy día, ya no es nada. Hay tantos escritores y escritoras que esto se ha convertido en algo sin importancia. Han cambiado los tiempos. La tecnología ha cambiado los tiempos. Y lo que en épocas pasadas era un símbolo de prestigio, hoy es un lugar común. ¿Cuántos somos? Tantos que da vergüenza decirlo. ¿La posteridad? ¿Qué es eso? De que le ha valido la posteridad al pobre Kafka o a Pessoa, con lo mal que lo pasaron en vida, sin ver publicada su obra. O, en otro orden de cosas, a Van Gogh. Basta ya de creernos importantes, de pensar que somos especiales. Si lo somos, que se vea en nuestra vida y en lo que publiquemos, si conseguimos que el “mercado” absorba algo más. En fín, que realmente el “postureo” literario no solo es inútil, sino que es ridículo. Tantos recitales, presentaciones, tantas tertulias, tanto leer a los amigos y que nos lean a nosotros. Hay una pregunta fundamental, esencial, que todo ser humano se debe hacer en cada momento para enfrentar acciones y actitudes: ¿para qué? Responder a esta pregunta con sinceridad, modestia y sin autoengaños yo creo que es una buena terapia para darnos cuenta de donde estamos. Y, sobre todo, quienes somos. El mundo, desgraciadamente para los que amamos la Literatura, va por otro lado muy distinto al de nuestros pequeños egos. Que eso si que es lamentable. En un mundo donde tanta gente sufre para sobrevivir que nos miremos tanto el ombligo es de una tristeza infinita.
Y algo más: ¿leer nuestras cosas a los demás? Pero si eso solo les interesa a los propios escritores. A la gente le interesa lo suyo o, en todo caso, leer los cientos de miles de libros ya escritos que nos faltan por leer. O releer a Borges, a Cortázar, a Kundera y a tantos otros. Lo nuestro… si es bueno, que se publique. Ya lo leerá quien le interese. Lo demás es, sencillamente, necesidad de autoafirmación, de que nos valoren. Cuando buscamos que otros nos lean no es por ellos, es por nosotros. Quizás es que va pasando el tiempo y empiezo a hacer esa pregunta que señalaba en el comentario anterior… casi para cada acto. Realmente el yo básico – saber quienes somos – es necesario como parte esencial de nuestra identidad. Pero lo demás – lo de las alabanzas, las críticas, es puro ego, pura y estúpida vanidad. Y, a veces, encima, totalmente injustificada.
Yo creo que es fundamental escribir, publicar si se puede, pero sobre todo, no dar la lata a los demás. Que bastante tiene cada uno con sus circunstancias. Esto lo digo en el mejor sentido de la palabra. Convertir en vida la mera existencia es una ardua labor. Es un mundo duro, difícil, de lucha constante. Y, desde luego, nuestros egos literarios son algo superficial e inncesario para la marcha del mundo.
La red es solo una feria de vanidades, todos quieren ser leidos, pero nadie lee nada…