‘El paseo de Jaima’ o como no perder la esperanza 

ESTÍBALIZ GARCÍA.@estibartist

Un libro siempre es una buena compañía. Cuando ese libro lo ha escrito un amigo, ese sentimiento de acompañamiento se intensifica por dos. Pero cuando lo lees en una época de incertidumbre como el de ahora, recibes su calidez y dejas que te envuelva.

Si conoces a Javier Fernández Jiménez lo leerás poniendo su voz y su tono.  Durante todo el libro El paseo de Jaima cuenta la historia de una niña de casi diez años que vive junto con su familia un contexto dramático: la guerra y del desasosiego que produce.  Además, el autor parece que cuenta la historia de la protagonista, como lo vive, como se relaciona con el resto de supervivientes y a su vez, casi en seco, se dirige al lector, advirtiéndole en ocasiones de que se está adelantando, que le ha dicho algo que se ampliará más adelante e incluso le avisa de que se acontecen escenas duras. El libro presenta algunas páginas escritas en letra dorada que suele marcar un antes y un después en la vida de Jaima y Riska (su hermano). Si fuera poco, Esther López ilustra con mimo los momentos de esta novela corta. Pinta el caos, la esperanza, la inseguridad y la victoria por igual.

Sin duda, las despedidas son duras. Sobre todo, las que no sabes si son las definitivas.  Jaima lo tuvo que hacer varias veces. Ante esto, se junta el miedo. Cruzar el otro lado del charco en busca de algo mejor porque en la tierra en la que vives están los malvados es algo de lo que nadie está preparado. Lo que llama la atención es la inocencia de Jaima, pues considera que las personas que están al otro lado te recibirán con los brazos abiertos. Ojalá fuese así siempre, ¿verdad?

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