Vídeos con fantásticos trapecistas

Por Horacio Otheguy Riveira

En algunos circos los trapecistas suelen llegar al final de la primera parte, en otros como número estrella con el que se termina el espectáculo. En todo caso los payasos salen a meter mucha bulla, a entretener al público, en general embobado ante el montaje de los trapecios, ya con el corazón en la boca ante los esfuerzos del personal para que nada quede desajustado, tanta temeridad se vuelve contagiosa. Así es en los circos modestos de pueblo donde quizás hay un solo trapecio fijo o como mucho tres profesionales de altura. En los circos de tres pistas —ya muy raros—, el revuelo va acompañado de la emoción de ver desde la grada numerosas siluetas por encima de redes protectoras también con su dosis de peligro. Muchas voces han corrido con anécdotas de los accidentes mortales producidos al caer mal, al botar el cuerpo de la red a la pista.

Siempre los propios artistas confirman junto a los técnicos que todo esté en orden. Sucede mientras varios clowns tropiezan y se embadurnan la cara con tartas de crema, o andan en monociclos a toda velocidad alrededor de la pista o salen cinco de un coche pequeñísimo, y ahí sí que se concentran todas las miradas y no prestamos atención al último montaje de cuerdas y trapecios, ni siquiera vemos a los músicos preparados para atacar con energía trompetas y tambores bajo cañones de luz apuntando directo al corazón del siempre Gran Circo de cuyo telón rojo surgirán los seres mágicos que arriesgarán su vida una vez más. Lo harán con la certeza de que su existencia es más libre, más sana y bella compitiendo con las aves, que a ras de tierra en compañía de congéneres, entre conflictos e inquietudes de las que mejor estar alejados: en el aire todos los sueños son convocados y la sensación de plenitud no tiene parangón.

Hoy los trapecistas conforman una élite de escasos artistas muy solicitados. Es corriente que haya números circenses de acrobacias impresionantes, pero escasean en los trapecios: «Son pocos, muy exigentes,  muy peligrosos y por eso mismo demasiado caros». Cuando aparecen maravillan. Les acompañan muchas historias donde conviven el asombro ante la destreza genial, el miedo a que se produzca una tragedia y la belleza impresionante de esa combinación de emociones.

He aquí una breve muestra de algunas presentaciones de impacto, con protección y sin ella, a pesar de estar regulada internacionalmente…

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