La claridad, de Marcelo Luján, Premio Ribera del Duero 2020
La claridad, de Marcelo Luján, Premio Ribera del Duero 2020, por Adrián Gualdoni
En este año tan raro que nos ha tocado vivir, lo cotidiano se ha vuelto extraordinario. Si ya nos habíamos acostumbrado a la frecuencia bienal del Premio Internacional Ribera del Duero —que desde 2008 reconoce al mejor libro de relatos inédito escrito en español—, la entrega correspondiente a su sexta edición, prevista en un principio para el mes de marzo, se ha hecho esperar durante estos meses de confinamiento en que nuestras prioridades fueron otras. Ha sido finalmente esta mañana, en rueda de prensa en el madrileño Círculo de Bellas Artes, que se pudo anunciar el ganador.
Foto: Guillermo Gutiérrez
El jurado, compuesto por los escritores Fernando Aramburu (presidente), Clara Obligado y Óscar Esquivias, ha decidido de forma unánime premiar este año la obra titulada La claridad, del escritor Marcelo Luján. Haciendo balance de las nacionalidades de los seis ganadores del premio hasta hoy, se puede ver en una primera lectura que lo han recibido dos españoles, dos argentinos y dos mexicanos. Aunque si uno estudia con mayor profundidad, ya no sólo estos seis premios, si no el catálogo completo de la editorial Páginas de Espuma, que lo organiza, se entiende mejor que su obra no apunta a establecer fronteras nacionales, si no a tender puentes, esos que podemos construir todos los hispanohablantes con este idioma que nos une.
Que el premio de este año haya recaído en Luján construye un puente solidísimo: argentino de Buenos Aires —y de Mataderos, como él mismo afirmó en su intervención—, lleva sin embargo veinte años de vida en Madrid, donde ha ido forjando una brillante carrera literaria, moviéndose con fluidez entre el cuento, la novela y la prosa poética. Su lengua ya no es la de allá o la de aquí, sino que es la de todos. Como dijo Fernando Aramburu, cuando explicó la decisión del jurado que presidía, al leer el libro no podía saber que era un autor argentino. Destacó de Luján que se trataba de “un autor muy valioso que se encuentra en su etapa de madurez”.
Antes de que hablase Aramburu, intervino Juan Casamayor, el director de Páginas de Espuma, para dar una información muy relevante sobre esto de los puentes que estamos diciendo: la pandemia hizo que el anuncio del ganador se demorase casi cuatro meses, pero por otro lado permitió que el trabajo de producción editorial avanzara y que el libro pueda estar disponible la semana que viene, no solo en España, también en Latinoamérica, y en todos los formatos: papel, ebook y audiolibro. Casamayor, que lleva años cruzando —y tendiendo— puentes de orilla a orilla, explicó que los libros de Páginas de Espuma “llegan cada vez a más países y lectores”. Con este lanzamiento simultáneo, seguramente La claridad podrá encontrar sus lectores a ambos lados del Atlántico.
Después de Aramburu llegó el turno de escuchar a los otros dos miembros del jurado. El escritor burgalés Óscar Esquivias resaltó la excelencia de las cinco obras finalistas, afirmando que la obra premiada es “un libro extraordinario, obra de un autor excelente”, de quien dijo, en tono humorístico, que “envidiaba sus dotes literarias”.
Clara Obligado, por su parte, argentina afincada en Madrid al igual que Luján, eligió abrir su intervención con una cita al Soneto del vino, de Borges, en referencia a los vinos de Ribera del Duero, que sostienen el premio: “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.” Posteriormente destacó que “la obra de Marcelo Luján abre fronteras, internacionaliza la literatura, deja entrar un aire cosmopolita y estimulante, y nos devuelve más ricos y mestizos en el uso de nuestro idioma común”.
Cuando llegó su turno de intervención, Marcelo Luján eligió empezar por una dedicatoria especial para todo el personal sanitario de España “por su implicación y profesionalidad” a la hora de plantarle cara a esta pandemia sin precedentes. También recordó a las familias de las víctimas y a la mayoría de la sociedad española, “por acatar y cumplir las normas establecidas y demostrar una responsabilidad cívica inolvidable”. Posteriormente agradeció a los miembros del jurado, al Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero y a Páginas de Espuma. De la editorial sostuvo que están “logrando la proeza de llevar al cuento a las cotas más altas de la atracción lectora en el mundo hispanoparlante”.
Comparó la actividad del escritor con la del vinicultor: “cuidar la uva que será vino y cuidar las palabras que serán cuento, hay una hermosa similitud entre estas dos prácticas.” Explicó que después de publicar su última novela —Subsuelo (Salto de Página, Premio Dashiell Hammett en 2016)— editores amigos le preguntaban cuándo escribiría la próxima, pero él decidió embarcarse en “una colección de relatos partiendo de la más absoluta nada, desde cero, sin ningún antecedente y con una única certidumbre: las ganas de que ese conjunto tenga armonía”. Asumió ese desafió, que le llevó a la postre tres años, por una necesidad de regresar a “mi propia educación rioplatense, con Quiroga y Conti y Cortázar y Onetti y sus hermosos fantasmas recordándome que la brevedad narrativa puede convertirse en el más virtuoso atributo literario.”
“Leer un buen cuento es como el amor de tu vida: algo que nunca es la vida entera pero que no nos importa, porque nos llega a lo más profundo y ahí se queda, para siempre a salvo de la muerte, para siempre a salvo del olvido.”
Sobre La claridad, el libro que le ha permitido obtener el mayor galardón del cuento en español, ha dicho Fernando Aramburu que se trata de una colección de historias inquietantes, “que dentro de la literatura resultan placenteras, intensas, fascinantes, mientras que trasladadas a nuestra vida serían para echarse a correr”. Conocido por la negrura de sus obras, Luján cerró su intervención con una frase que encierra el motivo de su enfoque literario: “el brillo debería ser más brillo si se lo observara rodeado de oscuridad”. Seguramente, La claridad brillará en este año raro y sombrío en que ha visto la luz.
Adrián Gualdoni, profesor de narrativa latinoamericana en Cursos Culturamas