La irresistible ternura de Carolina África en el Teatro María Guerrero

Por Horacio Otheguy Riveira

Con dos obras se estrena Carolina África en el gran teatro María Guerrero: Verano en diciembre  en solo tres funciones a las 12 del mediodía para quienes se la perdieron o la aplaudieron en su exitoso estreno (enero 2016) o en varias reposiciones, y el estreno de Otoño en abril en horario habitual. Esta última fue escrita con la II Beca del Teatro Pavón Kamikaze. La autora, actriz, directora es también la responsable de producción. Este proyecto ya estaba aprobado por la anterior dirección del Centro Dramático Nacional (Ernesto Caballero), postergado por la dura intrusión de la pandemia. El nuevo equipo (con Alfredo Sanzol al frente) cumple la promesa y arranca temporada con este cálido homenaje a mujeres que sacan adelante la maternidad y no pocos sueños, a pesar de todas las angustias y los tropiezos que les surjan en una serie de vicisitudes en las que los hombres casi siempre han sido un encuentro frustrante.

Florecen las hermanas en una experiencia singular ligada a Buenos Aires en Verano en diciembre, y ahora en un Madrid tan insoportablemente seco que les pilla lluvias y tormentas al estilo porteño, pero en plena primavera. Metáforas muy cercanas a la pujante perseverancia de ser ellas mismas, contra todo pronóstico, pues sin la irresistible ternura de su creadora, serían firmes candidatas a una tragedia contemporánea, cuando no a un melodrama descarnado, que aquí se regocija en situaciones y personajes de ambiente costumbrista, pero con una escenografía de Mónica Boromello llena de inventiva, con ingenios que, junto a la puesta en escena de la propia autora, permiten entrar y salir de la narración con mucha agilidad y buen ritmo para divertir/asombrar en un contexto de esperanzada lucha femenina.

Las dos piezas tienen vasos comunicantes muy atractivos, pero pueden disfrutarse perfectamente por separado, toda vez que se admiten las reglas de juego de cada una: comedias ligeras que guardan en su interior profundos dramas «en familia».

Respecto a la mayor peculiaridad de Verano en diciembre, un dato: Carolina África asistió a un curso de teatro en Buenos Aires, donde escribió esta función que empieza con un tango canción de Carlos Gardel. Un pequeño homenaje muy interesante, ya que Verano en diciembre empieza como un clásico sainete porteño, de mesa y mantel de hule y broncas entre hermanas y riñas con mamá… Y a poco que se crece, encuentra su propio tono, el mestizaje perfecto entre dos culturas unidas ya de forma real y legendaria, y donde la mujer ha tenido creciente voz y voto, limitándonos sólo en el campo del teatro, en impresionante unión de los dos países, tan entrelazados desde finales del siglo XIX.

Otoño en abril es, quizás, frente también a otras obras de la autora como Vientos de Levante, la que menos conflictos desarrolla y más luce una imperiosa necesidad de final feliz, subrayado con un par de canciones que debilitan la fuerza del desenlace. Pero esto no elimina la riqueza de la apuesta por dos temas nada presentes en la dramaturgia española: la maternidad como arte y penuria y la difícil empresa de ser mujeres enteras en el camino, ya no dependientes hijas ni madres.

Entre el realismo con que se mueven los personajes, atrapados por una realidad opresiva, más aún porque genera carcajadas o sonrisas en un vaivén constante de tragicomedia, hay una escena en la que destaca una emocionante dinámica poética de esta mujer de teatro de la que se espera mucho, autora también de una excelente versión de un clásico (El desdén con el desdén): es el momento en que las hermanas, siempre a caballo entre crecer o quedarse estancadas en los traumas y las alegrías de infancia, recuerdan su hermoso juego de apostar por una competición singular, la que surge, naturalmente, en gotas de lluvia sobre el ventanal del salón, de arriba abajo.

 

Otoño en abril cuenta el eterno e inevitable retorno de unas hijas al nido de su madre, aunque ese hogar no sea un refugio añorado y necesario sino el lugar incómodo del que se huyó, en el que no es posible ser quien queremos ser pero del que las circunstancias no nos dejan escapar. Dar el paso de ser hija a ser madre, convivir con el abismo generacional y tecnológico, abandonar la protección y aprender a darla, dejar volar, sufrir, amar, reír, perdonar y atacar como en las mejores peores familias. Un mes de abril de cinco mujeres ansiosas por florecer en una primavera ahogada por la lluvia.

Amor y dolor a partes iguales con una búsqueda común y desesperada de eso tan incierto que llamamos felicidad.  Carolina África

 

Verano en diciembre. Reparto: Carolina África (Alicia), Lola Cordón (Abuela Martina), Laura Cortón (Carmen), Pilar Manso (Teresa, madre) y Almudena Mestre (Paloma).

Teatro María Guerrero

Fecha: 20 y 27 de septiembre y 4 de octubre

Horario: 12h.

Duración: 1 hora 20 min. (aprox.)

Equipo artístico: Carolina África (Texto y dirección), Almudena Mestre (Escenografía), Tomás Ezquerra (Iluminación), Vanessa Actif (Vestuario), Nacho Bilbao (Espacio sonoro), y Laura Cortón (Ayudante de dirección). Producción: La Belloch Teatro.

 

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Teatro María Guerrero

Fecha: del 16 de septiembre al 4 de octubre de 2020

Horario: de martes a domingo a las 20h.

Duración: 1 hora 30 min. (aprox.)

Otoño en abril. Reparto: Paola Ceballos (Carmen), Laura Cortón (Noelia / Doctoras / Amparito / Vecina), Beatriz Grimaldos (Alicia), Pilar Manso (La madre) y Majo Moreno (Paloma).

Equipo artístico: Monica Boromello (Escenografía), Sergio Torres (Iluminación), Guadalupe Valero (Vestuario), Nacho Bilbao (Espacio sonoro), , Majo Moreno, David Martínez y Néstor L. Arauzo (Visuales). Producción: La Belloch Teatro.

De izquierda a derecha, el equipo de Otoño en abril: Laura Cortón, Carolina África, Pilar Manso, Paola Ceballos, Majo Moreno y Beatriz Grimaldos.

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