‘El lado vertiginoso de las cosas’, de Gianrico Carofiglio

IRENE MUÑOZ SERRULLA.

Que el libro me ha ganado lo dice que solo he podido marcar pasajes al principio y al final del libro. El desarrollo me ha hecho olvidarme de todo el entorno. No es que el principio no me haya gustado, pude dejarme marcas por eso de empezar con buenas intenciones. Tampoco es que el final me haya defraudado, es que al final me di cuenta de lo que me había pasado y quise dejar huella en el libro… Es el segundo libro que leo de Gianrico Carofiglio, y sé que encontraría algo que señalar en de cada página, a pesar de que… «No te sientas nunca demasiado seguro. Está bien no sentirse nunca demasiado seguro, piensas».

El lado vertiginoso de las cosas es un viaje desde la madurez de un escritor hasta su adolescencia y vuelta al presente. «Primero lloras despacio, en silencio, casi como si no quisieras molestar […] Toda esa vida que, al final, se acaba, una mañana o una tarde, tan normales como otras cualesquiera. Se acaba, y tú la has rehuido siempre. Se acaba con las chispas que se dispersan por el aire, sin haber logrado encender un fuego y sin dejar huella». Un viaje que provoca que el protagonista sienta en pocos días mucho más que en los últimos meses de su vida. Un viaje que le hace pararse a pensar sobre su vida, su familia, sus relaciones de pareja, su profesión…   

Como en Las tres de la mañana, Carofiglio se centra en la evolución y crecimiento de un adolescente, aunque la perspectiva es diferente: en El lado vertiginoso de las cosas, el autor se centra en el propio desarrollo del adolescente como persona y como futuro escritor; en Las tres de la mañana lo hace más en la relación que el niño tuvo con su padre. En ambos casos esta revisión se hace desde la madurez, a pesar de que «A veces, no es una buena idea volver sobre tus propios pasos».

Una noticia en la prensa hace que Enrico Vallesi viaje desde Florencia, donde vive, hasta Bari, donde creció. Durante el trayecto y los pocos días que parece que va a pasar en Bari, recuerda el momento de su vida en que tuvo relación con el protagonista de esa noticia que le ha provocado algo en su interior, le ha despertado una necesidad de saber y esa necesidad estimula la aparición de recuerdos, y esos recuerdos lo sitúan ante la posibilidad de empezar una nueva vida en un viejo lugar, a pesar de que «…sigue igual que siempre, a pesar de todo. Es decir, no está igual, pero produce la misma sensación de siempre».

Los personajes que acompañan a Vallesi no necesitan mucha presentación en la narración, aparecen en la historia y el propio progreso de esta nos hace conocer perfectamente a cada uno de ellos. Las pequeñas pinceladas que el protagonista da sobre sus compañeros de colegio, su familia, los profesores… son suficientes para encontrarnos con cada personaje sin sentirlo ajeno al momento del relato. La narración es tan sencilla —eso parece de la mano de Carofiglio (y gracias a la traducción de Isabel Prieto)— que te permite relajarte realmente y esperar que cada escena te sorprenda o te lleve a velocidad de crucero hasta la siguiente.

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