‘Pregúntale al polvo’, de John Fante

ANDRÉS G. MUGLIA.

A veces un buen recurso para descubrir autores que desconocíamos es prestar atención a los comentarios, consejos y gustos literarios de escritores que admiramos. Llegué a John Fante por “consejo” de Charles Bukowski, que siempre fue un admirador incondicional de este medianamente ignoto autor norteamericano. En realidad, que Fante tuviera trascendencia después de su muerte, fue en gran parte gracias a la prédica de Bukowski a favor de su obra. Escribe Bukowski en el prólogo de esta edición de Pregúntale al polvo que me tocó en suerte, que descubrió a Fante revolviendo las estanterías de la biblioteca del Congreso donde no encontraba algo que fuera auténtico y sincero hasta que dio con Pregúntale al polvo y sufrió un auténtica revelación.

Epifanías literarias aparte, contrariamente a lo que pueda suponerse Fante no es de la generación precedente a la de Bukowski, sino su contemporáneo; pues contaba solo diez años más que éste. Se encuentran como resonancias de Fante en la obra de Bukowski; aunque a Bukowski le falta el humor maravilloso de Fante. Además, mientras que el poeta maldito Chinasky se reputa un amante consumado que liga fácilmente en toda condición; el alter ego de Fante, Arturo Bandini, es un fracasado en las lides del amor y el sexo, que huye aterrorizado de las prostitutas después de pagarles, o sostiene amoríos imposibles con mujeres con las que nunca sabe cómo relacionarse.

Pero dejemos ya a Bukowski y hablemos de Bandini, o de Fante, que es lo mismo.

Los padres de Fante habían nacido en Italia, en tanto que él y sus hermanos y hermanas lo hicieron en EE.UU. Esto es importante dentro de su obra. El percibirse a sí mismo como cien por ciento norteamericano; pues desde ese lugar contempla a otras minorías étnicas igualmente descendientes de inmigrantes: mexicanos, filipinos, japoneses; con cierta xenofobia que no se preocupa en disimular. A despecho de que a él lo llamen “macarroni”.

Nacido en un pueblo de Colorado, Bandini-Fante decide buscar suerte en la tierra prometida, que por aquellos años en EE.UU. se llamaba Los Ángeles. Hacia allí se dirige, con sus veinte años, su abundante inexperiencia, su maleta de cartón y su máquina de escribir; pensando en triunfar como escritor. Las novelas de la saga Bandini son una semblanza descarnada de esa ciudad de Los Ángeles en los años ´30 del siglo XX, tal como lo fueron también las de Raymond Chandler.

Basados en las experiencias de Fante como autor novel en California nacen cuatro libros que ya son célebres, conocidos como la tetralogía o la saga de Bandini. Por orden cronológico estos son: Espera a la primavera, Bandini; Pregúntale al polvo, Sueños de Bunker Hill y Camino de los Ángeles. No todos los libros fueron escritos en la misma época y Camino de los Ángeles fue publicado póstumamente recién en 1986.

Si bien Pregúntale al polvo no es el que inaugura la saga, sí es el más conocido. Cuenta en primera persona las peripecias de este poco experimentado Bandini, viviendo en una pensión de mala muerte en Bunker Hill, donde el edificio apoyado sobre la colina desciende en lugar de ascender y Bandini sale de su habitación por la ventana, para echarse sobre el césped a contemplar un futuro que intuye promisorio mientras el hambre le aprieta la tripa.

Pero Bandini ha logrado colocar su relato “Y el perrito rió” en una revista reconocida, de la que compró cantidad de ejemplares que reparte como carta de presentación a todos los que quiere impresionar, que desde luego jamás la leen. Al editor que le ha aceptado el relato, que ni siquiera conoce en persona, le escribe largas cartas desesperadas contándoles sus cuitas mientras sigue luchando con la inspiración y proyecta una novela que nunca se sienta a escribir.

En medio de su lucha por publicar su trabajo, conoce a Camila, una camarera de ascendencia mexicana. Camila es una de las grandes contradicciones de Bandini; por momentos “diosa Maya” y por otros “sudaca” a la que el joven remarca constantemente su condición de auténtico norteamericano (diferencia que Camila rebate porque ella también nació en EE.UU.). Bandini siente una atracción feroz por Camila, que se parece menos al amor que a la obsesión, pero también un profundo rechazo que enmascara un miedo profundo. Porque Camila vive su vida con libertad y Bandini es, a pesar que se reivindique americano de pura cepa, profundamente italiano y severamente católico. Camila libre. Camila morena. Camila que bailotea mientras sirve las mesas y juega con los clientes. Camila nadando desnuda en el Pacífico en mitad de la madrugada. Camila pecado. Y para colmo de males, Camila ama a otro hombre. Un mesero enfermo de cáncer que es lo opuesto al explosivo Bandini.

Rodeado de todas estas fuerzas que lo trastornan y lo desgarran, Bandini trasunta las páginas de Pregúntale al polvo: agobiado por la pobreza y el hambre, mintiendo a su madre en sus cartas, entrando y saliendo de iglesias donde no se atreve a confesarse, fumando marihuana para acompañar a Camila, tratando de no ver que está perdidamente enamorado de ella.

En medio de toda esta confusión su preciado editor le envía un cheque: ha tomado una de sus largas cartas, le ha quitado la introducción y la ha convertido en un cuento que se publicará próximamente. Pero el júbilo que esto provoca viene acompañado por una noticia todavía más explosiva: su editor le pide que escriba una novela. Bandini toca el cielo con las manos en el mismo momento que su relación con Camila le pone los pies en el infierno.

El amor, la literatura, los prejuicios, la Norteamérica de los años posteriores a la gran depresión; todo a través de Bandini. Un personaje fascinante por el que a veces sentimos simpatía y otras desprecio; quizás porque es demasiado humano y contradictorio. Pregúntale al polvo es una novela donde encontramos un Fante en estado puro y que puede ser un buen comienzo para conocer a este autor que Bukowski idolatraba.

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