«Espiar a los árboles número 3»: la revista ilustrada del Teatro Español

Por Horacio Otheguy Riveira

Cada seis meses, palabras escritas de gente de teatro. Un acontecimiento más allá de la cuarta pared, como si subiéramos al escenario y este se convirtiera en un túnel oscuro que va iluminándose a nuestro paso. Árboles reales se convierten en ficticios, y los de cartón piedra pasan a la uniformidad de días y noches que se suceden delicadamente sin transición.

La directora artística del teatro y principal valedora de la revista, Natalia Menéndez, abrió el primer número con un cuento mágico que, como todos los mágicos relatos, brotó de un ensueño con latidos reales. Entonces escribió: «Un niño dijo un día que lo que más le gustaba de su casa era la ventana de su cuarto, porque desde allí podía espiar a los árboles. Pensé que ese niño me acababa de regalar el título y el sentido de la revista que necesitábamos crear. Una mezcla de contar lo que va a suceder a lo largo de la programación del Español y sus Naves, así como un espacio de reflexión, de escucha, de latido ante lo que nos pasa. Un terreno para detenernos o, al menos, ir un poco más despacio, reducir el paso y olfatear o paladear las palabras y los silencios que de ellas se desprenden.
Ese Silencio, que ha cobrado un protagonismo no deseado en nuestras salas, tendrá su espacio para la introspección, valoración y magnitud desde distintas ópticas. Rendir homenajes a ciertos árboles de las artes, figuras emblemáticas como en este primer número son Galdós y Beethoven, y mirar un poco de cerca a personajes que han transformado el teatro en España como lo fue José Tamayo. Los aniversarios de todos ellos nos permiten entrometernos en sus obras. Ese niño nos regaló, sin saberlo, la comunión entre lo vivo y lo otro vivo, lo real y la ficción, la naturaleza y la recreación».

Desde entonces, cada número (1) se abrió camino con textos de gente volcada en el arte escénico como parte de su vida. Llega ahora el tercer número, presentado semanas atrás en Matadero Naves del Español por Natalia Menéndez junto a la ilustradora Ana Juan y la periodista de cultura de RNE Machús Osinaga. 

Natalia escribe en este nuevo número:

«Quiero empezar recordando la alegría que para muchos ha supuesto el verano. Este año, se ha vivido casi con la intensidad de un recién nacido. Imágenes de montañas y de playas, de comidas con familia o con amigos, de escenarios vibrantes… Entre naturaleza amiga y dolida nos fueron llegando los textos: reflexiones, poemas… entregados con la humildad y delicadeza de quien se asoma para pedir permiso para entrar. Con ellas y ellos hilamos el camino de este tres. Me llama la atención este número. Se necesitan tres puntos de apoyo para mantenerse en equilibrio; son necesarios y suficientes tres puntos para determinar un plano y una circunferencia; son tres dimensiones espaciales percibidas por el ser humano. Destaco estas porque tienen que ver con algunos de los temas que presentamos. Les propongo el juego de irlos descubriendo.

 Hurto palabras y frases de los habitantes de este número 3; a mí también me gusta hacerlo. Estamos rodeados de animales que nos espían, de flores que se ríen, de líneas que giran, se retuercen y renacen. En esa inspiración ofrecemos ideas, propuestas, recuerdos sobre algo que nos parece casi imprescindible en las artes escénicas: la confianza. Con ella podemos arriesgarnos e ir más allá de lo esperado. En este ejercicio de funambulismo, encontramos cerezos y almas, hallamos la compasión. Asistimos a las edades de los árboles y a los cambios climáticos a los que se han sometido, como un patrón de crecimiento de anillos. Es la dendrocronología, registro de lo vivido. Así permitimos que nos visiten mujeres excepcionales como Emilia Pardo Bazán o Carmen Laforet. Con ellas reflexionamos sobre la balanza entre la gloria y el mérito. Homenajeamos a Giorgio Strehler por el centenario de su muerte, un director escénico y gestor fuera de lo común. Nos preguntamos sobre el arquitecto del Teatro Español, Juan de Villanueva, y también sobre el nombre de la calle que nos permite acceder a la entrada de artistas del teatro: ¿quién fue Manuel Fernández y González? (…)

Una edición que incluye las firmas de Julio Llamazares, Rocío Molina, Colita, Juan Mayorga, Calixto Bieito, Mónica Runde, Adriana Bilbao, José Luis Collado, Carlos Hipólito, Eusebio Calonge, Amelia Ochandiano, Álvaro Tato, Espido Freire e Itziar Pascual, entre otros muchos.

Un cerezo y el alma de la Bruna guardarán tu secreto hasta el
fin de los tiempos. Un cerezo y el alma de la Bruna.
Juncos partidos, rosas cortadas. Las lágrimas del amor riegan la
noche, la sangre mancha mis pensamientos.
Un cerezo y al alma de la Bruna. Y en la gasolinera del fin del
mundo dos siluetas que se funden contra el cielo antes de
desaparecer con él tras los letreros de una autopista que conduce
a la melancolía y a la noche.
Un cerezo y el alma de la Bruna me acompañan en la madrugada.
Tú, mientras tanto, sueñas en un lugar que no es mío sueños
que no me alcanzan y recuerdos que no me pertenecen.

Julio Llamazares. Autor de La lluvia amarilla

*** *** ***

U N V I A J E A
D O S T O I E V S K I D E
L A M A N O D E V E R A

[…] Los hermanos Karamázov es, quizá, la obra maestra de Dostoievski, sin desmerecer a otras cumbres de la literatura universal como Crimen y castigo o El idiota. Durante años, Gerardo Vera acarició la idea de trasladar al escenario la historia de Fiódor Karamázov y sus hijos, pero no fue hasta 2015 cuando los astros se alinearon para que por fin ese sueño se hiciera realidad.
Por un lado, Juan Echanove se entusiasmó con la idea de interpretar al histriónico y mezquino patriarca, uno de los personajes más carismáticos de la historia de la literatura. Por otro lado, y tras el éxito de algunas colaboraciones previas, Gerardo decidió confiarme la adaptación del texto, sin duda el mayor reto de mi por entonces corta carrera como adaptador. Confieso que tuve mis dudas. Volcar un novelón de casi mil páginas, poblado por decenas de personajes, con tramas y subtramas, casi novelas dentro de la novela, manteniendo el espíritu y la profundidad de la obra original, la riqueza y los matices de unos personajes conocidos por todos, me parecía una tarea titánica para la que no creía estar preparado. Pero Gerardo nunca tuvo ninguna duda, y su seguridad me proporcionó la confianza necesaria para embarcarme junto a él en ese viaje, uno de los más largos, arriesgados y gratificantes de mi vida.

Gerardo resumió perfectamente aquel proceso: “Un año de trabajo. De desvelos, de miedo, de zozobra, de días en los que el respeto al texto te aprisiona, de madrugadas oscuras y a la vez luminosas, donde Dostoievski te señala el camino como un guía extraordinario y te deslumbra con ese monumento a la compasión humana y a la comprensión de la naturaleza oscura de los hombres. Y donde, sin piedad, pero con enorme compasión, hurga como un cirujano despiadado en el mal instalado de raíz en la familia Karamázov, en lo más profundo de sus corazones.”

Foto Sergio Parra.

Un reparto de lujo en el que, además de Echanove, brillaban especialmente Fernando Gil y Marta Poveda, junto con el impecable trabajo del equipo artístico habitual en los montajes de Gerardo, convirtieron aquella obra en un éxito histórico y un referente en las adaptaciones teatrales de los grandes clásicos. El crítico Javier Villán escribía en El Mundo: “Teniendo en cuenta que me parece imposible trasladar a escena Los hermanos Karamázov, el resultado de la versión de José Luis Collado resulta notable. […] Mitia, Iván, Alekséi, Smerdiakov llevan, en su totalidad, fragmentos de la atormentada vida de Dostoievski. Son formidables caracteres de novela; por eso la inevitable, e irrevocable, simplificación -más bien diría depuración- de los mismos me parece un éxito notable por parte de Gerardo Vera y José Luis Collado.”
Las localidades agotadas a diario, las críticas unánimemente halagadoras, el reconocimiento de literatos y neófitos, la sensación de haber alcanzado una cima inalcanzable; todo eso nos llevó a decidir enfrentarnos, un lustro más tarde, a otro de los grandes hitos del genial ruso: El idiota. En contra de las indicaciones del texto, que retrata al príncipe Myhskin como un hombre enfermo y enclenque, Gerardo decidió confiar el personaje a Fernando Gil, que ya había realizado un magistral trabajo como Dimitri Karamázov y estaba ansioso por sumergirse de nuevo en el complejo universo de Dostoievski. La elección fue un inmenso acierto, y Fernando Gil logró una de las mayores creaciones actorales de los últimos años en los escenarios españoles. Con Marta Poveda de nuevo a su lado, además de Jorge Kent, Vicky Luengo, Abel Vitón y el resto de una compañía en estado de gracia, El idiota fue otro grandísimo éxito de crítica y público.

Foto David Ruano. (Las fotografías que acompañan las palabras de José Luis Collado no son reproducidas en la revista Espiar a los árboles).

Para mí, adaptar El idiota, otro novelón lleno de recovecos y complejidades, supuso una continuación natural del trabajo en los Karamázov. Supongo que una vez empapado del alma de Dostoievski, de su maestría en el manejo de las palabras y los matices del alma humana, me resultó más fácil volver a sumergirme en esas procelosas aguas. Y, sin embargo, El idiota es seguramente el título más especial, no de mi carrera, sino de mi vida. Porque fue mi última colaboración con Gerardo. Porque fue su última dirección antes de que el maldito Covid se lo llevase para siempre. Porque fue la última vez que pude experimentar el asombro continuo, el orgullo inmenso de verle convertir un puñado de palabras impresas en una historia de carne y hueso llena de humanidad y de sabiduría. Con motivo del estreno de Los hermanos Karamázov, Gerardo Vera dedicaba unas palabras a Dostoievski que yo hago extensivas al propio Gerardo, uno de los más grandes artistas que ha dado nuestra tierra: “Un proyecto así solo tiene un camino: escuchar con pasión, respeto y admiración a un novelista ruso, europeo y universal que, como todos los grandes artistas, al final solo habla del hombre, mirándolo con la más potente lente de aumento y con la mayor compasión de la que es capaz”.

José Luis Collado. Coautor de Oceanía, junto a Gerardo Vera, a estrenarse en marzo 2022.

ESPIAR A LOS ÁRBOLES. REVISTA SEMESTRAL GRATUITA QUE SE PUEDE DESCARGAR EN LA WEB DEL TEATRO ESPAÑOL. NÚMEROS 1, 2 y 3.

 

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