“DONBASS”, el cine ante la realidad.

Por Gerardo Gonzalo.

La actual guerra que se está desarrollando entre Rusia y Ucrania, me sirve de excusa para enlazar este conflicto con el cine, a través de una película del director más prestigioso de la cinematografía ucraniana contemporánea, Sergei Loznitsa. Concretamente, de su film estrenado en 2018, Donbass. El título alude al nombre de un lugar, que hasta hace apenas unas semanas no significaba casi nada para la mayoría, pero que hoy se erige esencial, a la hora de entender la injustificada agresión rusa sobre el conjunto de Ucrania.

A efectos de contextualización, sitúo someramente el Donbass. Se trata de una región industrial del este de Ucrania, que partir de 2014, y como reacción ante las revueltas populares y el posterior gobierno proeuropeo de Kiev, que desalojó a los dirigentes prorrusos del poder, fue el escenario donde se desarrolló un conflicto armado, entre fuerzas independentistas apoyadas por el ejército ruso y el gobierno legítimo de Ucrania.

Es curioso que Loznitsa, cuyo grueso de su carrera se mueve en el documental, donde ha mostrado la historia de la antigua URSS, y que solo en los últimos años ha cultivado la ficción, haya fijado su foco, en dos de sus trabajos más próximos, en contar las protestas pro occidentales y germen de las primeras agresiones putinianas, en su documental Maidan (2014) y posteriormente a través de la ficción, en Donbass (2018) ya con el conflicto plenamente asentado en esa zona.

Lo que Donbass nos muestra, más que una narración articulada, es un retablo de instantes, un caleidoscopio grotesco, en forma de pequeños episodios (doce en total) que representan diversas situaciones en el contexto de esa extraña cotidianidad que provoca toda guerra. Una “anormalidad” que aquí posa su mirada, casi en exclusiva, sobre las conductas de los prorrusos.

Loznitsa, desde su concepción de lo que es el cine, coloca al espectador frente a unos hechos desnudos, de estética hiperrealista y con una naturalidad para la que se emplea a fondo en unos espléndidos planos secuencia y en unas composiciones llenas de contenido, que pretenden mostrar en un vistazo, todo un retablo de personajes y caracteres humanos. Busca la reacción y conmoción de un espectador que asiste, como si fuera un testigo directo sobre el terreno, a los comportamientos que gracias a la guerra  provocan que una sociedad civil, en principio ordenada y estructurada, se convierta en una turba grotesca y degenerada, donde la razón y la verdad son las primeras víctimas, deambulando hacia una dialéctica orwelliana.

No es cine bélico que muestre batallas, ni posa su mirada en una narración que pretenda explicar el conflicto desde todas sus derivadas. Loznitsa, lo que busca es la reacción humana a la degeneración y la ruptura de la razón que supone toda guerra, y nos invita a que seamos nosotros quienes indaguemos en las causas y el porqué de haber llegado a lo que nos muestra. En palabras del propio director, lo que pretende es colocar al espectador como un testigo directo de lo que está pasando. “Quiero que saque sus conclusiones, quiero que trabaje”.

No es un cine fácil, ni complaciente con el público al que busca incomodar. Su narrativa es una muestra de momentos inacabados y fragmentados de la realidad y es el espectador quien debe completar el retablo que se le presenta, lleno de situaciones que oscilan por los senderos del arribismo, la impunidad, la desinformación, la pesadilla y el caos, con una sensación de realidad kafkiana y paralela, donde la razón da paso a una farsa, a veces desagradable, otras bochornosa y alguna casi cómica. Todo esto a través de un medio, que es el cine, el único arte capaz de mostrar situaciones tan pegadas a la realidad como esta y provocar determinadas reacciones en quien lo ve.

Sin duda, esta opción narrativa conlleva riesgos, y la continuidad de la historia se resiente a veces, aunque la multitud de situaciones que muestra, hace que como espectador debas resetear y retomar un hilo que vuelve a empezar cada pocos minutos. Muy bien rodado en lo formal, a través de un magistral uso del plano secuencia, no todos los episodios logran un impacto similar, y el tono a veces resulta demasiado contrastado entre ellos. Pero en cualquier caso, nos traslada a un universo de sinrazón y barbarie, que busca justificarse con los argumentos propios del que está en un bando concreto. Así podemos ver en la película parte de la retórica del Presidente Putin, que basa sus motivaciones guerreras en una especie de cruzada contra el fascismo que quiere aniquilar a los rusos de una determinada región y que por tanto considera a los resistentes ucranianos como tropas de exterminio. En resumen, la búsqueda de la razón a través de la sinrazón.

Donbass es una película estrenada hace 4 años, que trata sobre la situación de una región invadida y ocupada por Rusia desde 2014. Hoy la realidad de los telediarios nos muestra como Putin va a por el resto de Ucrania.

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