Cádiz antes de la dominación romana en «Gadir», una novela de Juan Luis Pulido

Horacio Otheguy Riveira.

En el año de la Olimpiada ciento setenta y siete (70 a.C.), Posidonio de Apamea —filósofo nacido en Rodas, isla del mar Egeo— que ha consagrado su vida a la búsqueda del conocimiento, cumple por fin un antiguo anhelo: viajar a Gadir, la mítica ciudad cananea del lejano occidente, para visitar el famoso templo de Melqart.
Gracias a la influencia de su protector, Pompeyo el Grande, Posidonio obtiene el raro privilegio de alojarse en el propio templo, donde quiere observar los astros, estudiar las mareas y consultar los fondos de su extraordinaria biblioteca. Sin saberlo, el griego se mete en la boca de un volcán a punto de estallar. Su presencia en Gadir excita los recelos de los partidarios del orden antiguo, que se resisten a renunciar a sus tradiciones, pese a las presiones que ejercen los romanos como nuevos amos del mundo. Los sacrificios humanos, la prostitución ritual o la pena de hoguera para los delincuentes, suscitan feroces conflictos entre los reformadores, liderados por la familia de los Balbo, y los conservadores, dirigidos por la casta sacerdotal. Buscador incansable de la verdad que esconde cada desafío, Posidonio siempre ha
seguido la voz de la razón. Pero en occidente se enfrenta, por vez primera, al dilema moral de su compromiso. En Gadir, soñada y odiada, todo cambia para él.

Descrita con el rigor de quien lleva años documentándose y estudiando sobre cómo fue realmente este mítico rincón durante la ocupación, como nunca se ha hecho hasta la fecha, y utilizada como fondo de escenario de un original relato, el autor urde una trama de ficción en torno a un hecho histórico: la visita de un filósofo griego, Posidonio de Apamea que, fascinado por esta mítica ciudad cananea decide llegar hasta ella y poder así visitar el célebre templo fenicio de Melqart.

En el curso de ese viaje, asistimos al ocaso del antiguo mundo fenicio y su tránsito a la nueva cultura greco-romana, de la que Posidonio es significado representante. Su presencia en Gadir despierta los recelos de los partidarios del orden antiguo, que se niegan a acabar con las tradiciones fenicias rechazadas por los romanos, los nuevos amos del mundo. Los sacrificios humanos, la prostitución ritual o la pena de hoguera para los delincuentes, suscitan feroces conflictos.

Sin saberlo, el griego se mete en la boca de un volcán a punto de estallar. Superado por la marea de acontecimientos que se desatan a su alrededor, tales como intentos de asesinato, enamoramientos, tumultos populares…, su implicación en ellos resulta inevitable.  El sufrimiento que experimenta en esos meses vertiginosos agita su mirada sobre mundo y remueve sus más arraigadas convicciones.

Por si fuera poco, durante su estancia en el santuario, el filósofo consigue acceder, mediante engaños, a la biblioteca secreta del templo de Melqart, cuyos saberes perdidos de oriente son guardados por los sacerdotes celosamente. Descubierto su amaño, los consagrados a Melqart se suman, sin disimulo ya, al abultado número de gadiritas que trata de acabar con el griego.

Buscador incansable de la verdad que se esconde en cada desafío, Posidonio consagra su vida al estudio y a la difusión del conocimiento, pero, tras años de trabajo, ha llegado el momento de enfrentar los dilemas morales de su compromiso y los amargos frutos que cosecha entre sus congéneres.

Finalmente, sus días mortales no acaban en Gadir, pero de esta odisea particular saldrá tocado por la afilada maldición que le espeta el sumo sacerdote del templo de Melqart: sus obras desaparecerán, perdidas en el olvido. Así lo selló la historia, porque realmente ni un solo fragmento de su ingente producción nos ha llegado directamente.

EXTRACTO DE LA PRIMERA PÁGINA

«En el orbe existen multitud de prodigios dignos de celebración. Posidonio había admirado varios de ellos en su ya larga vida, como los impresionantes restos del Coloso, la enorme estatua de bronce del dios sol bajo cuyas piernas abiertas penetraban los barcos en el puerto de Rodas. Qué decir de las pirámides de Egipto, las siete bocas del Nilo, el faro de Alejandría, el Artemisión de Éfeso o el templo de Hera Licinia en Crotona. Sin embargo, en su ánimo hecho a la belleza, nada causó mayor emoción que la imagen del templo de Melqart, un atardecer otoñal, mientras se acercaba por el sur a la bocana de entrada al mar interior gaditano. Y no tanto por la majestuosidad de la construcción, en sí misma merecedora de encomio, como por la indescriptible armonía del entorno, todo ordenado por una mano divina para causar placer a los sentidos: el color dorado de las arenas, el olor del mar, las gaviotas señoreando en el aire. Sabía que los dioses habían sido generosos con estas tierras occidentales, donde el sol es suave y agradable todo el año la temperatura, y donde fructifica tanto el suelo como el subsuelo, pero la excelsitud que ahora descubría escapaba a toda medida. Emocionado, el Estoico entendió que todo en Gadir es místicamente arcaico: el tiempo que en Grecia se cuenta en siglos, aquí se mide en milenios como ocurre entre los caldeos. Desde ese momento percibió que había llegado al sitio bendecido por los dioses que toda su vida buscó, al vórtice de su existencia, al lugar de su plenitud».

Nº de páginas: 368
Editorial: ALMUZARA
Año de edición: 2022

Juan Luis Pulido Begines (Sevilla 1965) es catedrático de Derecho mercantil en la Universidad de Cádiz, y abogado. Ha publicado numerosas obras jurídicas sobre su especialidad profesional, el Derecho marítimo, y un ensayo político (La Transición Incompleta, Marcial Pons, 2012).

Ha publicado con Almuzara Lloran las piedras por Al Ándalus y Guzmán el Bueno. El señor de la frontera. Es también colaborador habitual de diversos medios de prensa escrita, con artículos de opinión que han aparecido, principalmente, en El País y La Voz de Cádiz.

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