La mirada poética de Martín Lucía en ‘Huída’

PEDRO GARCÍA CUETO.

Martín Lucía es poeta, novelista y editor de Ediciones En Huida y Mala Hierba Libros. Su debut con Los desperfectos (2010), ya señalaba una voz muy original, donde convive una forma de mirar el mundo. Con El desamor es solo el principio (2017), logró que los grandes temas encontraran su sitio, desde un pensamiento que sabe detenerse en los detalles, como ocurre con esta novela titulada Huida.

Porque Huida es también el paso que damos hacia ninguna parte, en el tedio vital, es el acercamiento a otros seres que pueden amarnos o el distanciamiento a los que ya no amamos. En ese bucle en el que se mueve José, protagonista de la historia, casado con una mujer, Aurora, en la que el tiempo ha destrozado ya los lazos.

La llegada de Irene es la anunciación de una nueva vida, de una ventana a la esperanza, a un posible amor, que José se empeña en afianzar. La mirada del autor a los pequeños detalles va calando en una prosa que viene tamizada por el detalle, por el talento para hacer del lenguaje ornamento de un libro que nos va atrapando lentamente. Entre la estética de una prosa rica, la mirada al mundo cotidiano y todo lo que Martín Lucía va minuciosamente describiendo, la novela se convierte en un imán que nos atrapa. El comienzo con Irene empapada en la lluvia ya nos asombra:

“Con su cuerpo hecho agua, la ropa tomada por un río involuntario, Irene se sienta junto a una pequeña mesa próxima a una placa de calefacción. Una manzanilla ha pedido. Aunque hubiera querido pedir una toalla, un albornoz, ropa seca y un abrazo”.

La lluvia es como la soledad dirá Irene, porque de personajes solitarios está hecha la novela, seres fantasmagóricos que se miran al espejo y no reconocen los ojos del niño que se ha ido y sí la tristeza que ha quedado en los rostros para siempre.

Y la descripción de José también es una filigrana del lenguaje, que Martín Lucía sabe que es la mejor manera de que veamos a través del cristal de las apariencias, del tiempo que se nos borra: “José camina sobre un fino cable de acero. Es un funambulista, Sus brazos, con un perfil que apenas recuerda que una vez fueron tersos y poderosos, le dan el justo equilibrio. Sus ojos, bellos en su fondo, pero rodeados de las ojeras que nacen de las preocupaciones”.

Y el entorno que rodea la novela, lluvia, nubes, y la casa, que es el espacio cerrado del desamor, con Aurora, donde vive su abuela Julia. Esa casa que no tiene ventanas, porque ya es un espacio clausurado: “A veces la casa se hace ser vivo y se mueve. Concretamente, se va contrayendo, los muros se van acercando hasta el punto en que la encuentras. Tu casa se va metamorfoseando en una caja”.

Novela de oquedades, de amores trenzados en besos furtivos, de miradas en silencio, de tristezas que reflejan los espejos. Huida es el libro donde Martín Lucía dibuja, como si fuera el lienzo, el perfil de unos seres en derrota, que se aman, pero que, como todo amor pleno, contiene las sombras de un destino terrible.

Huida es un libro que inquieta, que está escrito con conocimiento de lo humano, como el instante en que el cansancio impide a Irene sentirse plena y excitada en la ducha. Arrastramos cansancio, nos dice el novelista, que hace de su historia un largo poema de palabras que contienen música y emoción.

Martín Lucía ha logrado escribir un libro delicado, triste, tejido con las sombras de la vida, donde dos seres humanos solos luchan por salir de lo gris y encontrar la luz en un mundo que los ciega. Un libro que te atrapa y que te hace ser José e Irene, viviendo su amor en ese espejo de soledades que es la vida.

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