‘La voz escondida’, de Parinoush Sainee

POL ANTÚNEZ.

La sociedad iraní se ha establecido en el centro de todas las miradas a raíz de los últimos acontecimientos que han sacudido al país, y la verdad es que no es para menos. Si tratamos de echar un vistazo a la historia reciente de este territorio, podemos ver que la revuelta social se ha convertido en una tónica más que habitual, especialmente desde el prisma del género. Estos acontecimientos inspiraron profundamente a la psicóloga y socióloga, Parinoush Sainee, nacida en 1949, que toma como referencia a la generación de mujeres que vivieron la revolución acontecida en su adolescencia, las cuales buscaban visibilizar la situación de opresión en la que la mujer iraní se había encontrado durante años y se sigue encontrando actualmente.

La obra de Sainee se fundamenta desde sus inicios en la labor de sensibilizar a cada uno de sus lectores y lectoras, sobre el rol que ocupa la mujer iraní dentro de la estructura familiar y social. Teniendo presente esta voluntad, nos encontramos con la que ha sido una de sus novelas de referencia:‘La voz escondida’. Esta inquietante historia nos arrastra de principio a fin a un contexto asfixiante, íntimo y hermético en el que viviremos a través de los ojos del pequeño Shabab, lo que significa ser mujer en una familia iraní de clase media. A través del chico, también podremos observar distintos aspectos culturales de la sociedad representada, como son la posición socioeconómica, las relaciones y las tradiciones, todas enraizadas en la familia como estructura principal de orden social.

En la cultura iraní la familia es el principal motor de prestigio y de organización, por encima de cualquier individuo. Esto significa que el éxito personal está completamente ligado al colectivo familiar y al correcto cumplimiento del rol adscrito en este. Por supuesto, que este prestigio tiene muchas variables, pero, al fin y al cabo, factores como el éxito laboral y académico, la capacidad familiar para poder tener más poder adquisitivo o la imagen pública, serán imprescindibles para comprender las bases de lo que significa ser un buen ciudadano en este contexto. Es desde este mismo punto de donde aparece, de manera explícita, el “valor” del conservadurismo religioso y de la sumisión de la mujer como herramientas de control social. Así lo podemos ver tanto en el caso de la madre de Shabab como en el de su prima Fereshteh, las cuales serán víctimas de un machismo que aparece representado en dos etapas distintas del ciclo vital. 

En el caso de Miriam, la madre de Shabab, tendremos representada la figura de una mujer mayor a la que se le exige con gran vehemencia por parte de su marido, la responsabilidad completa sobre el cuidado de la unidad familiar y la educación de sus hijos.

Por otro lado, a través del personaje de Feresteh, podemos observar cómo es la vida de una adolescente común que se ve obligada a asumir, con cada vez más intensidad, este tipo de responsabilidades relacionadas con la crianza y el trabajo doméstico, recibiendo presiones constantes por parte de la familia para que cumpla con ellas. En esta misma línea, resulta interesante ver tanto la reacción de los familiares, en momentos determinados en los que Fereshteh se rebela enfrentándose a toda esa expectación de rol, como el repertorio de recursos que ella llega a utilizar para que dichos familiares no se den cuenta de sus distintos actos de rebelión, en los cuales Shabab estará presente de un modo constante. Así lo podemos ver en el siguiente fragmento:

“Fereshteh parecía más triste y más sola con cada día que pasaba, hasta que una mañana en que los guardias, seguro que tenían algo mejor que hacer, Ramin y ella pudieron sentarse en un banco del parque y hablar con tranquilidad. Les brillaban los ojos y yo también me alegré.” 

Esta cita de la novela, narrada a partir de los pensamientos de Shabab, además de reproducir a la perfección esta situación de clandestinidad a la que se veía condenada la gente que incumplía las normas de “decoro” fijadas por mandato moral en el territorio, nos da una referencia de la dimensión legal que este tipo de “faltas” pueden llegar a acarrear, a nivel penal.

Pero sin duda lo que es particularmente llamativo de este libro, respecto a otras historias en contextos similares, es que, en gran parte de su trama, alude también a la población masculina como víctima de un sistema cultural, en el que el machismo siempre tiene una cara nociva también para el hombre, el cual sostiene sobre sus hombros una gran presión por acoger en solitario el rol económico de la familia y encargarse de proveerla de sus necesidades de subsistencia. Un hecho que se inculca en personajes como el de Arash (el hermano mayor de Shabab) en el ámbito académico o en el de Nasser (el padre de Shabab) en el marco laboral. También, el propio Shabab recibirá grandes reprimendas por parte de su familia con motivo de su problemática personal, que supondrá un impedimento en su futuro aprendizaje.

En definitiva, esta es una obra que nos permite acercarnos con mucho detalle, no solo al factor de la desigualdad en sí mismo, sino al contenido de la sociedad iraní, principalmente en el marco de sus relaciones de poder y de sus roles de género. A su vez, también sirve como reflejo para mirarnos a nosotros mismos y percatarnos de que los hechos que acontecen en el libro también han sucedido en nuestro propio contexto. Durante muchos años nuestra voz ha permanecido escondida ante esta realidad, y creo que es fundamental recoger el testigo de Shabab y romper el silencio, para poder seguir avanzando.

Pol Antúnez Nart

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