Sihara Nuño: “En un mundo en el que las pantallas funcionan como una droga, el libro nos humaniza”

 

Sihara Nuño es una poeta, aforista, tallerista y librera, aunque no le gusta llamarse por ninguna de estas profesiones. Tiene un Máster en Investigación por la UPV pero es investigadora de las cosas minúsculas. Sus últimos libros publicados son El olor del espacio (aforismos), Sólo el ruido (dietario) y La filtración de la luz (poemas).  Ha participado en las antologías: Maternidades, Para una teoría del aforismo, 11 Aforistas a contrapié, Espigas en la era y El cántaro a la fuente. Ha publicado en diversos periódicos y revistas digitales. Ha realizado diversos talleres y participado en varios festivales internacionales. Y, sobre todo, trabaja en la búsqueda constante de la divulgación poética y en socializar la ciencia.

– Acaba de publicar Craneal, un libro que corona “una aproximación a la ciencia desde el quehacer poético”. ¿Me podría describir en qué consiste esa aproximación entre dos ámbitos a los que tradicionalmente se ha querido ver como alejados, incluso como opuestos?

Pensar el poema, racionalizar la emoción para conocerla mejor, descubrir la metáfora en la ciencia.

La ciencia y la poesía poseen infinitos universos, universos de la duda y el descubrimiento; del asombro, el error y la belleza.

A mí me gustan las palabras con definiciones de diccionario, me gusta cogerlas, reconocer el mundo en ellas y escribir un aforismo, una nota al pie de página o un poema.

Para mí la ciencia y la poesía son la siguiente pregunta y, humildemente me gusta pensar en que puedo llegar a ser una divulgadora poética o la poeta que socializa la ciencia.

 

– Usted practica el aforismo, con el que también ha abordado esta temática. ¿Qué especificidad tiene, para usted, el género más breve, cuando opta por él y no por el poema?

Recurro al aforismo por su capacidad para ordenar mis pensamientos, para definir y transmitir un concepto. Recurro al aforismo por su rigidez, su filosofía, su impulso para llegar más allá. Recurro al método aforístico por su disciplina, su sencillez, la aspereza que me permite y la poética que puede radicar en una sola palabra. Recurro al aforismo para racionalizar el mundo que contemplo.

El poema en cambio es más dócil, juega con la imagen, me permite confundirme;

invita a reinventar lo que he querido decir, seduce a la imaginación.

 

– Además de escritora, usted es librera. ¿Cómo entiende, desde su ubicación, el papel de los libros en una sociedad digitalizada?

Estar. El libro físico en su tecnología nos ayuda a concentrarnos, nos obliga a utilizar más nuestro cerebro, interviene el tacto (acariciar un libro, oler sus páginas, impregnar la visión con sus relieves: ¿quién no ha cerrado los ojos al disfrutar del aroma que desprende un libro?)… el libro nos humaniza. En un mundo digital en el que las pantallas funcionan como una droga, impiden el sueño, deshumanizan, distancia de la realidad e inhiben la empatía, el libro es una revolución.

 

– Por otro lado, se destaca por su activismo cultural, dinamizando la vida de su ciudad, Errenteria, con propuestas variadas. Ese perfil de creación solitaria y participación cívica, ¿cómo la conjuga? ¿Tiene el intelectual una responsabilidad social a la que no debe dar la espalda?

Cuando abrimos Noski! teníamos clara nuestra participación cívica. El libro como pretexto, el libro como generador de tejido social, el libro como representación de la cultura.

Una librería independiente con un compromiso político, social, creativo y solidario.

Un espacio para presentaciones de autores noveles que suelen ser rechazados, o de editoriales independientes que luchan por mostrar grandes trabajos.

Considero un deber moral y ético ser un buen ciudadano y ser librera me parece una forma honesta de intentar estar en este mundo.

 

– Por último, usted es mexicana de nacimiento. ¿Cómo percibe España una persona que se integra en una realidad como la vasca, dotada de una identidad propia?

Cuando decidí migrar de continente tenía claras dos cosas: hacer un buen duelo migratorio, que me permitiera vivir plenamente aunque estuviera rehaciendo mi vida a 11.500 kilómetros de mi país natal; así como ver lo que nos une siendo diferentes, buscar el punto de encuentro; ahí en el mestizaje que nos distingue como especie migratoria.

En la clavícula izquierda tengo un tatuaje en braille, dice: “Acércate, somos iguales”. Este es el lema de un grupo de personas con discapacidad que alguna vez ayudé a cofundar, y que procuro que sea mi lema de vida.

Cada región, ciudad, pequeño pueblo o persona tenemos nuestras luchas identitarias; hay que coexistir adaptándonos y respetar el espacio.

 

 

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