Diario del ladrón

Diario del ladrón

Jean Genet

Cabaret Voltaire

«1932. España estaba entonces llena de parásitos, sus mendigos. Íbamos de pueblo en pueblo, por Andalucía porque hace calor, por Cataluña porque hay dinero, pero todo el país nos era propicio. Así que fui un piojo más, y con conciencia de serlo. En Barcelona frecuentábamos sobre todo la calle del Mediodía y la calle del Carmen. A veces dormíamos seis en una cama sin sábanas y al amanecer íbamos a mendigar por los mercados. Salíamos en grupo del Barrio Chino y nos desperdigábamos por el Paralelo con un cesto colgado del brazo porque las amas de casa preferían darnos un puerro o un nabo antes que un céntimo. A eso de las doce volvíamos con lo cosechado y nos preparábamos una sopa. Voy a describir las costumbres de los parásitos.»

Tras la reedición en 2021 de Diario del ladrón en Francia, siguiendo el texto original de 1948 y recuperando términos, frases y hasta párrafos censurados en su momento por pornográficos, se hacía urgente una nueva traducción de este monumento poético y erótico de la literatura del siglo XX.

«Caído en la abyección, Genet decide asumirla y convertirla en virtud suprema. Su fallida carrera en el robo le condujo no obstante a su condición de gran escritor: a convertirse en esa bomba literaria descubierta por Cocteau y cuya potencia subversiva no tardaría en conmocionar a Sartre.» Juan Goytisolo

«Un libro que me dejó noqueado por su virulencia, su crueldad y su audacia.»
Tahar Ben Jelloun

«Genet lo cuenta todo, toda la verdad y nada más que la verdad: la verdad sagrada. No es una autobiografía, sólo lo aparenta: es una cosmogonía sagrada.» Jean Paul Sartre

Jean Genet (París, 19 de diciembre de 1910-París, 15 de abril de 1986) fue novelista, dramaturgo y poeta, y está considerado uno de los autores esenciales de la literatura francesa del siglo XX. Hijo de padre desconocido, su madre lo abandonó a los pocos meses de nacer y se le procuró una familia adoptiva en Morvan, los Régnier. A los diez años cometió su primer hurto y, tras varios robos y fugas, lo internaron en la colonia penitenciaria de Mettray. Fue ladrón, mendigo, desertor, chapero, presidiario, activista, simpatizó con los Panteras Negras y siempre quiso vivir al margen de (o contra) la sociedad biempensante, pero ante todo fue un grandísimo escritor que se ganó la admiración de figuras como Sartre o Jean Cocteau. Es autor, entre otras, de obras capitales como Santa María de las Flores (1944), Milagro de la rosa (1946), Querelle de Brest (1947), Las criadas (1947), Diario del ladrón (1948), El balcón (1956) o Los negros (1958).

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