La música y la libertad de los espectros

Unos quedan atrapados en la red de la vida como en una estructura de sentimientos y
fenómenos estéticos; otros, como en una estructura de carácter lógico y práctico que hay
que conocer y resolver. Quizás quienes peor lo tienen son los primeros, los de
sensibilidad artística, porque el orden de esa estructura lo ponen ellos, lo llevan consigo
y es ingobernable porque es el reino de la libertad de percibir. Los segundos, los
científicos, logran ajustarse al orden lógico de la realidad que, en cuanto invariable y
objetivo, integra un conjunto de leyes comprensibles desde esa misma lógica…, lo que
para ellos constituye un alivio.

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La vista percibe, el oído interpreta. Por eso, el oído es el lugar de la Música y la
Literatura.

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La lógica, a fin de cuentas, es una simple conformación de orden racional: de este
orden consigo mismo o con el orden –también racional– de lo real, es decir, una
adecuación “mecánica” con las leyes ínsitas a las cosas. Por ello, la naturaleza humana
que está por encima de ese orden cuasi mecánico es la naturaleza creativa: es el Arte.
Solo el Arte es la interpretación libre del orden real, y, dentro de las artes, la Música. Ni
siquiera la Literatura, que es otra adecuación a lo real, aunque sea imaginada (una
novela de amor o de guerra, por ejemplo), sino la Música, que hace trascender la
estructura hacia los niveles superiores de un orden libre creado libremente, ¡pero sujeto,
no obstante, a Harmonía como su lógica! Un nódulo de espacio, una cosa densa de
materia, llamada hombre, creando una Oda a la Alegría o un Réquiem para su propia
muerte… Está la Música, y luego las artes. Habría que definir una categoría distinta,
más allá de las artes, para la Música.

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Creo que los teólogos han olvidado argumentar que sólo con la música nos
podríamos hacer una idea de la bondad y belleza infinitas. Eso únicamente lo habrán
poetizado los poetas.

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La música tiene este poder: convertir los objetos y las personas en espectros libres de
las leyes físicas, morales y psicológicas. Con ella, la realidad no está en sí misma: está
en la música, que transforma las cosas y a las personas en marionetas de sus vaivenes.

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Cuando uno oye música cree que no se va a morir (debe ser por eso que a los
soldados que van a la guerra y a los toreros les ponen música).

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A mí me da lástima la gente que no aprecia la música (o cualquiera otra arte) y no
tenga donde refugiar o sublimar sus sentimientos.

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Si no les gusta la Música, en sus propias inclinaciones tienen el castigo.

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En cuanto a mí, cada vez que oigo a Bach y comparo, me doy cuenta de cuánto
hemos perdido (en todos los terrenos, ¿eh?)

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…Y se me ocurre pensar sobre la marcha: ¿Un ruiseñor o un león oyen nuestra
música como música o como ruido? Creo que la evidencia empírica no da muchas
esperanzas: si la percibieran como música la rondarían como rondan la comida.

 

 

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