De Mérida 2023 a Madrid 2024: Revolución de “Salomé” para amar como un torrente

Horacio Otheguy Riveira.

«Si el águila de la esperanza/llegara hasta mí mañana/me montaría en sus alas/recorrería el desierto/y sembraría en el viento/semillas de un Tiempo Nuevo». Canta Pablo Puyol como Juan el Bautista, el líder de masas que el cruel rey Herodes teme más que al propio infierno al que se acerca, ciego de poder y lascivia, ávido de tomar el cuerpo de su hijastra Salomé…

«Semillas de un tiempo nuevo…», tal el prometedor comienzo ideado por Magüi Mira, que ha escrito esta función dirigiéndola con mente y cuerpo, a solas con el blanco de las páginas que se han ido llenando de imágenes y voces muy potentes, únicas en su larga trayectoria de actriz, directora, adaptadora de clásicos. Así, esta Salomé fue escrita para luego ser dirigida con un reparto extraordinariamente cuidado por parte de quien pone en escena la tragedia ocurrida en tiempos lejanos, escribiendo en el espacio escénico acciones envolventes, combinando el drama con la hilarante comedia que se queda amarga en los vaivenes de crímenes históricos de los que, brevemente, y sin alterar la acción, nos informa un ángel, una Estrella de la Esperanza para que no olvidemos que dentro de los cúmulos terribles de la historia, estamos presentes aquí y ahora.

Teatro histórico e intimista, cuerpos coreografiados, canciones que ilustran y conmueven, y la embriagadora sexualidad de quien a través de su potente deseo ansía transformarse en otra. Un fracaso revolucionario: princesa que quiere mezclarse con la turbamulta para derrocar a su madre y su padrastro que, sin embargo, desespera y enloquece ante el rechazo del líder, y ordena la muerte de lo que más ama: un hombre que encarna la libertad suprema para derrocar un reino espantoso.

Belén Rueda sí consigue lo que no logra su personaje: ella sí se transforma hasta convencernos de una personalidad que seduce en diferentes grados de pasión. Su cuerpo domina cada ámbito por el que circula. Lo mismo en la mazmorra donde a punto está de seducir a Juan el Bautista, que cuando es una criatura torturada por la Guardia Real, o una angelical suplicante entre sueños proféticos y presentes saturados de nobles placeres. Un trabajo minuciosamente consagrado a cada movimiento interior de una mujer que es todas las mujeres que ayer y hoy aspiran a la plena libertad de hacerse a sí mismas, de crear a su antojo el ser que las colme de esperanzas.

Salomé de Magüi Mira: un espectáculo grandioso e íntimo, con un raro misticismo para unir los fracasos de sus históricos personajes… y, en definitiva, de gran belleza en la creación de una teatralidad que supera todas las versiones que se conocen del personaje y sus circunstancias.

«Pasaron 40 años de mi muerte y un historiador romano se prendó de mí y decidió ponerme nombre. Me llamó Salomé. Flavio Josefo… era un hombre importante…Salomé, mujer de la paz. Esa soy yo. Portadora de la paz. No sé si acertó ese romano… Voy hacia el desierto, soy una más. Os busco hermanas, mujeres que vivís con los dientes apretados, que sacáis la arena con vuestros dedos de los ojos de los niños…pero sé que llegará un Tiempo Nuevo y andaremos con la cara limpia…y la cabeza alta…».

 

Luisa Martín y Juan Fernández relajan alta tensión lanzados a un brillante ejercicio de comedia negra: una reina frívola que pone a caldo al rey Herodes, principal de Judea puesto por los romanos.
Sirio, “esa estrella que brilla al llegar la primavera”, adora a Salomé y procura protegerla de la ferocidad del reino al que se enfrenta.

JUAN.- No soy un fugitivo. Los que muerden la arena me sacarán de aquí cuando asalten este Palacio de piedra. Y si me llega la muerte antes que a ellos, mi sangre hará más fértil esta tierra santa.

SALOMÉ.  Mírame… Mis bocas te beberán.

JUAN.- Aborrezco tu sangre. Tu sangre lleva cien años derramando la nuestra.  Mi boca ha nacido para gritar desde la torre más alta .

SALOMÉ. Conozco tu boca, es una granada cortada con un cuchillo afilado.  Tu boca es la joya que quiero sobre mi cuerpo desnudo. Déjame tocar tu cuerpo, es blanco, es una pared encalada donde los escorpiones no pueden hacer su nido…

JUAN LA RECHAZA. SALOMÉ CAE AL SUELO. SALOMÉ SE INCORPORA Y VUELVE A INTENTAR BESARLO. SE AGARRA A SU CUERPO,

JUAN.- Salomé, aléjate de mí.

SALOMÉ. Quiero besar, besar esa boca…

SALOMÉ SALE GRITANDO Y SIN CONTROL.

SALOMÉ.- Besaré tu boca…Tu boca…  ¡Tu boca!..

 

«Las rosas de Arabia no son tan blancas como tu piel… tu boca es una bandera roja clavada en una torre de marfil… Yo te bautizo, soy Salomé. Tu diosa… Qué sabor tan amargo… me estás mirando… llueve… Mírame… no te vayas…»
Canta Pablo Puyol por una sublime búsqueda de un Tiempo Nuevo. Sirio, Estrella de la Esperanza que se apiada de la sublime belleza de Belén Rueda en una Salomé  que supera los límites de la razón: «Eres diosa carnal/un enigma del que siempre quedará
tu libertad de amar como un torrente… Salomé/danza eternamente…».

 

Intérpretes: Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Mur, Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández, José de la Torre

Coro: Manuel Prieto, Paulo Mendoza, Iván Cerezo, Alejandro Villanueva, Benjamín Lozano, Ulises  Gamero, José Antonio Calero, Pepe Mira, Nacho Pérez, Pablo Rodríguez

Texto y dirección: Magüi Mira
Productor: Jesús Cimarro
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán (Estudio deDos AAEE)
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Helena Sanchis
Composición musical: Marc Álvarez
Movimiento escénico de Salomé: Cienfuegos Danza
Movimiento escénico de la Guardia de Herodes: Pedro Almagro

Fotografías: Jero Morales

69 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida

Del 9 al 15 y del 18 al 20 de agosto de 2023 · 22:45h.

TEATRO BELLAS ARTES DESDE EL 30 DE ABRIL 2024

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