«Bolsa de monedas»: una novela con jóvenes prostituidas en la España del XIX

Horacio Otheguy Riveira.

Siempre en primera plana con ribetes cada vez más perversos, la explotación sexual adquiere connotaciones muy impactantes por la diversidad de casos y los vínculos servidos por los medios de comunicación, pero históricamente han ido reptando con mayor o menor fortuna, según los apoyos encontrados en el poder establecido. Sin ir más lejos, mientras escribo estas líneas varios casos por pedofilia dentro o fuera del núcleo familiar están en los tribunales españoles; también denunciados con muy buena documentación a partir de cierta dinámica mexicana, por la periodista Lydia Cacho (La infamia) o por un medio de prensa estadounidense que obligó a las autoridades a mojarse (venían mirando para otro lado) y detener sin fianza posible, luego condenada a 20 años a Ghislaine Maxwell, por haber propiciado, colaborado y participado a cambio de mucho dinero en las satisfacciones del magnate Jeffrey Epstein, extrañamente suicidado en prisión, a la espera de ser juzgado por explotación sexual de menores.

Siglo XXI. Presente morboso que alcanza dimensión imposible de rastrear en su totalidad, pues quienes entorpecen los castigos penales son los que están en la cima, los más ricos…

Esto es aquí y ahora con las características y dinámicas de nuestro tiempo. La doctora en Historia Moderna, Paula Alfonso Santorio, se documentó ampliamente en la trata de niñas en el siglo XIX para articular una novela en la que no aparecen los adinerados y perversos señores, sino los hombres de a pie que se afanan en llenar la Bolsa de Monedas de una vieja proxeneta que lleva a sus jóvenes como apetitosa mercadería en un carro por caminos a veces intransitables. Muchachas muchas veces vendidas por su propia familia en un entorno de miseria pavorosa de la que brotan con noble energía las inocentes personalidades de algunas de las chicas, aquí retratadas con firme conciencia de que toda violencia sexual deshonra exclusivamente a quien la provoca, nunca a sus víctimas.

Historiadora y escritora se aunaron en un estilo único que consigue crear una narrativa pausada, sin estridencias, tras ardua labor literaria para que Daniela se convierta en un gran personaje capaz de contar su historia en primera persona. Una primera persona sosegada, que no necesita efectos especiales para desplegar las alas de un encadenado de diversos infortunios, sin perder la esperanza de volar con alas propias entre abrazos justos, imprescindibles caricias. Por eso, a diferencia de muchas obras ligadas a estos temas, esta novela prestigia el testimonio ante el morboso erotismo que podría desprenderse de estos hechos. Consolida un alegato testimonial narrado desde la pureza de estas niñas, que no conocen otra pasión que la de sobrevivir con los mejores impulsos posibles. A ciegas.

Trata de blancas, obra de Joaquín Sorolla de 1894, que ha inspirado este libro de Paula Alfonso Santorio. (Original expuesto en el Museo de Sorolla en Madrid).

En las primeras líneas percibimos el cálido aliento de un encuentro muy íntimo, como si al calor de un buen hogar se nos contara una historia que nos irá asombrando, doliendo y enamorando…

El carromato en el que viajábamos lo conducía Genaro, un hombre mayor y sumiso siempre a su ama. Subidas en él, dejábamos atrás pueblos sucios y bulliciosos para llegar a otros que serían iguales o peores. Nunca me molesté en conocer sus nombres, qué más daba, si lo nuestro parecía ser un vagar sin rumbo, pero me equivocaba. Luego supe que nos llevaban a las ciudades portuarias del sur para ser vendidas en prostíbulos o embarcadas en alguna de las naos que zarpaban hacia el otro lado del mar, si todo hubiera ido según lo previsto, esa habría sido nuestra parada final.

Ya de madrugada, con la marcha del último cliente, doña Teresa nos llamaba para recoger.

Portada de la edición de Letrame.

 

Una obra impulsada por una complicidad con las que sufren, escrita en una singular convivencia en un carruaje que atraviesa situaciones turbadoras, alarmantes, bajo la luz de los hechos reales enriquecidos por una intimidad que la historiadora sospecha, pero la escritora sostiene con firmeza al entrar donde los estudiosos no pueden hacerlo: intuición y talento narrativo.

Daniela es la protagonista que recorrerá tortuosas sendas en busca de la libertad, de la redención por amor que, definitivamente, contradiga el mandato de la vieja proxeneta:

Necias insensatas: el destino se trae marcado desde la cuna, y nada lo puede cambiar. Si habéis nacido pobres, pobres seréis, y si, además, vinisteis al mundo para ser putas, hagáis lo que hagáis, acabaréis vuestros días putas. ¿No me veis a mí? ¿Acaso creéis que nunca me imaginé viviendo en una gran mansión rodeada de lujos? Pues sí, aunque me dio igual, venga, dejaos de fantasías y a trabajar.

 

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