La francesa Laura, de Lope de Vega: drama y comedia felizmente entrelazados por Marta Poveda

Horacio Otheguy Riveira.

Un rumor de melodías enlaza a los ardientes enamorados y un vendaval de prejuicios les hiere de muerte emocional: una síntesis que da en el corazón de La francesa Laura, tan hermosa en su sensualidad como ingenua en la vida cotidiana, aunque muy audaz cuando se trata de avisparse ante los turbulentos caprichos masculinos.

Una trama que abunda en los clásicos, desde los griegos en adelante —celos feroces en ambos sexos, Medea u Otelo, por ejemplo—, en todo caso muy bien aprovechados también por óperas de ayer y de hoy; y desde luego, el tan prolífico Lope de Vega se ocupó de jugar con espléndido humor, no exento de emotividad (El perro del hortelano), sin descuidar cotidianos celos mortales (El caballero de Olmedo) o abocarse a una tragedia que seguramente sucedió donde un gran amor chocó con el poder aristocrático (El castigo sin venganza).

Esta comedia inédita, descubierta entre piezas consideradas anónimas, aúna géneros que, en su debut como directora, Marta Poveda utiliza con la profundidad y dominio escénico que la caracterizan como actriz, en los últimos años muy adentrada en el mundo de los clásicos (La dama duende, La hija del aire, Malvivir…). Aquí apuesta por tres géneros que se articulan a través de un reflejo sensible de pasiones que son dramáticas cuando la exaltación amorosa parece descontrolada, y cómicas cuando un Delfín se encapricha con un amor imposible, y lo hace como un niño que erre que erre no ve la hora de saborear a una señora felizmente enamorada de otro, para después recuperar el tono trágico en el que ya todo está perdido, sin forzar el clásico final feliz del teatro del siglo de oro; mejor aún, va deslucido un feliz cierre… en el embozo de una amargura. Todo ello se juega con música y versos, pero sobre todo con un ritmo de comedia ligera que aúna valores de una rigurosa concepción escénica con gozosos momentos de coreografía de moderada presencia. Sin abusar del movimiento “bailado”, todos caminan como si sobrevolaran el espacio o danzan en festines señoriales, cuando no subrayan tensiones con acompasados movimientos…

 

 

La trama se desarrolla en Francia donde Laura, hija del duque de Bretaña está casada con el conde Arnaldo. El Delfín, heredero al trono de Francia, se encapricha de ella y la corteja. La protagonista se resiste, pero un ataque de celos y el temor a la pública deshonra, hacen que su marido intente acabar con la vida de su mujer. Finalmente, queda probada la integridad de Laura y se intenta restituir la felicidad en la pareja… 

 

Espléndido reparto con estos protagonistas modélicos: Sheila Niño y Agus Ruiz, que logran uno de los lances más difíciles en el clásico: integrar como propios los placeres y las angustias de los personajes del XVII.

 

 

Lope, el gran rastreador de los enamoramientos, una vez más nos envuelve en un delirio desatado de celos, pasiones, arrojos y equivocaciones, con rigurosa defensa de la mujer llevándonos a una reflexión sobre una condición no superada, a pesar del tiempo transcurrido. Marta Poveda.

 

Marta Poveda en acción, dirigiendo a Agus Ruiz, forjadores de una corriente de creatividad que conquista a todo el reparto y enriquece la emoción de los espectadores.

 

LA FRANCESA LAURA

Reparto: Macarena Molina, Martín Puñal, Manuela Morales, José Juan Sevilla, Sheyla Niño, Ángel Ramón Jiménez, Agus Ruiz

Dirección: Marta Poveda

Ayudante de dirección: Samu Arribas
Coordinación artística: Julio Hidalgo
Diseño de iluminación: Rodrigo Arribas
Dirección técnica: Diego Baselga
Diseño de vestuario: Gloria Caballero
Coordinación musical: Manuela Morales
Dirección de producción: Axel Jesús Bajana
Prensa y medios: Silvia Espallargas
Diseño gráfico: Daniel Jaén
Distribución: PTC
Guía didáctica: Simon Breden

 

TEATROS DEL CANAL. SALA VERDE. HASTA EL 17 DE DICIEMBRE 2023

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