‘La faraona oculta’, de Abraham Juárez

POL ANTÚNEZ.

Esta novela de carácter histórico que nos presenta Abraham Juárez resume uno de los episodios más trascendentales en la historia del Antiguo Egipto, como es la coronación de Amenofis, cuyo nombre en la realeza se correspondería al del faraón Amenothep IV. A partir de este suceso, podremos ir viendo cómo se fueron desarrollando una serie de polémicos acontecimientos que amenazaron la paz en Egipto y que durante la transición del 1353 a.C hasta el 1292 a.C, fueron consecuencia de la muerte de 6 faraones distintos en apenas 60 años. Estos sucesos no fueron algo casual, ni algo orgánico, sino que vinieron acompañados de un clima de tensión que se fue fraguando con la entrada de Amenofis, y que tuvo continuidad durante años y años, mediante guerras silenciosas, enfangadas luchas de poder, traiciones y puñaladas traperas (en ambos sentidos de la palabra).

En este proceso, el nombre que el autor decide darle a la novela no puede estar mejor escogido, porque va dirigido al personaje que, de incógnito, se estableció como el verdadero o en este caso, la verdadera protagonista de toda esta historia, la “noble” Nefertiti. Cuando hablamos de este personaje femenino, hablamos de una de las mujeres más influyentes en la historia del Antiguo Egipto, que, guiada por la figura de Ay, su padre, sacerdote y consejero de distintos faraones mencionados, consiguió esquivar todos los escollos habidos y por haber, para ir sobreviviendo en este juego de estrategia que es el poder, y que tan bien han retratado autores de la trascendencia de Shakespeare, Brontë, Fiódor Dovstoyesky o Vázquez Montalbán, entre tantísimos otros.

La detención de Juárez en este periodo concreto de la historia, no es un punto aleatorio, puesto que, a través de la realidad que vive Nefertiti, se pretenden esclarecer dos grandes incógnitas. En primer lugar, se trata de identificar dónde se esconde el poder real, y en un segundo término se intenta distinguir hasta qué punto este ha experimentado transformaciones con el paso del tiempo.

Para la primera de estas preguntas, no tenemos una respuesta estructurada en el libro, pero si un inciso que es de vital importancia, que es la escasa visibilidad de este poder real, el cuál siempre se sitúa fuera de escena. Así lo podemos ver si analizamos en su contexto este diálogo que mantiene Ay dirigiéndose a Tutmosis (un artesano y amante de Nefertiti):

“Si las amenazas contra el faraón se cumplen, mi hija necesitará un nuevo esposo a su lado, pues, por lo que veo a su cuerpo no le basta el calor que le brinda el clima de Egipto, sino que necesita añadir el que le ofrecen otros hombres. Llegado el momento, yo no me opondría a que ese afortunado futuro faraón fueras tú.”.

Este es un ejemplo muy válido para ver cómo el poder de Ay, escondido entre las sombras y sin ser una figura visible y relevante en el ámbito público es inmenso, primeramente, porque tenía, por causa de un machismo atroz establecido culturalmente en la sociedad egipcia, un dominio muy remarcable sobre las acciones de su hija, pero es que, además, también tuvo un control absoluto sobre el desarrollo de los acontecimientos que acabaron teniendo lugar en realidades muy próximas. En este punto cabría preguntarse quiénes llegaron a atesorar más poder, si personajes como Ay o Nefertiti que tenían influencia directa sobre el faraón y se mantenían con vida pese al turbulento el devenir de los acontecimientos, o tipos cómo el propio Amenothep IV, que a pesar de ser la cara visible del gobierno egipcio murieron producto de traiciones, guerras u otras penas similares.

Respondiendo a la segunda pregunta que nos lanza el autor de manera implícita, podemos ver que a día de hoy funcionamos con los mismos mecanismos de poder, con disputas (bélicas y políticas), traiciones y el anhelo de control sobre la sociedad, pero sin duda las formas de arraigo de este poder sobre la población han cambiado. En esta línea, dejamos a tras la religión como herramienta de control social, el absolutismo monárquico y la represión física, para perfilar herramientas de poder mucho más sutiles, cómo la publicidad, el consumismo, o los roles sociales desiguales (clasismo, racismo, sexismo…), aunque algunas como la guerra o la desigualdad se sigan manteniendo, con distinta graduación. Una obra, así pues, ejemplar para dejar que la historia nos muestre de dónde venimos, y cuanto (o qué poco) hemos cambiado, con el transcurso de los siglos.

En definitiva, este libro es lectura obligatoria para todas aquellas personas a las que les apasiona la narrativa histórica, el mundo egipcio y el funcionamiento de los roles de poder. Entretenida, escueta y tremendamente fiel a los hechos reales sobre los que se basa, recomiendo sin duda darle una oportunidad, no defrauda

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