Un tiburón en la piscina. Relatos de Basilio Pujante

El profesor y escritor murciano Basilio Pujante, después de sus excelente debut con Recetas para astronautas (Balduque, 2016), nos vuelve a sorprender con un magnífico libro de relatos: El peso del hielo (Boria Ediciones). En este segundo libro se aprecia en Pujante una prosa sólida y muy trabajada, muestra el autor una madurez bastante inusual y un virtuoso dominio del lenguaje. Además, la solidez de esta prosa está avalada por otros méritos: un ritmo logrado, la capacidad de indagación psicológica y una voz propia que dota de homogeneidad la antología.

En el relato “La duda o la rabia”, una historia en la que se plantea, como telón de fondo, el tema de los abusos a menores, Basilio Pujante se vale de una metáfora bastante intensa: un tiburón en una piscina. En realidad el relato trata sobre los prejuicios, sobre la responsabilidad que recae en los testigos de un supuesto crimen y sobre cómo fundamentamos nuestra sociedad a base de apariencias. En cualquier caso esta metáfora, la de un tiburón nadando sigiloso bajo las tranquilas aguas de una piscina, podría funcionar muy bien para describir la poética que define los cuentos de este volumen. Historias mínimas, sin aparente trascendencia, pero que envuelven intensidades, violencias y tensiones subterráneas (o subacuáticas). Por ejemplo, “Verde botella” y “Pelé” son, en cuanto a forma, relatos de la infancia, estampas nostálgicas que dibujan un tiempo levemente herido por los recuerdos escolares de bicicletas, sueños y partidos de fútbol. Podrían parecer ingenuas mitificaciones de la infancia. Sin embargo, una segunda lectura, nos hace comprender que el autor, con naturalidad, sigilo y sin estridencias, nos está comunicando un mundo marcado por las rivalidades, por la desesperación de niños que tratan de emerger en sus asfixiantes piscinas de cotidianidad, para que los tiburones no los conviertan en sus presas. Al final, la sutil ironía parece apuntalar más una desmitificación del reino perdido de la niñez.

Hay también aquí, como en su primer libro, espacio para la narrativa autoficcional. Personajes que son profesores de lengua o escritores en ciernes, o que se esconden bajo la sigla B. operan como alter ego del autor. Juegos autorreferenciales intencionados que, paradójicamente, acentúan el carácter ficcional de los relatos, mediante el osmótico juego entre realidad e invención, entre el yo-autor y el otro-personaje. Un docente que es acosado en las redes sociales por los fans de un alumno youtuber es el argumento de “FAV”. Aquí de nuevo Pujante nos presenta una fábula contemporánea, pero entrelíneas leemos una crónica sobre el derrumbe de los principios éticos de un profesor bajo la avalancha imparable de los acontecimientos. Y de un modo análogo podemos leer “Jimbocho”, precioso relato, en segunda persona, de un escritor en busca de sí mismo, que descubrirá en Japón que el amor no es más que un cuento chino. Historias que cuentan más de lo que cuentan, puntas de ese iceberg que Hemingway explicó tan bien a través de sus relatos.

El relato “Puerta de embarque” es el un alegato contundente contra los prejuicios. Personajes que se cruzan en una terminal de aeropuerto, sinfonía coral de seres que el autor ha logrado entreverar para construir una inquietante historia con un final sorprendente, una crítica feroz contra los estereotipos y el fanatismo.

La pieza más rara me ha parecido “Es como volar”, un relato-poema que narra, en clave simbólica y onírica, un suceso estremecedor. Destaca el contraste entre la belleza del lenguaje y la tragedia.

“Historia meridional” es tal vez la más lograda, una de las historias más vibrantes que he leído en mucho tiempo. El autor, en pocas páginas, realiza un dibujo cabal y sincero de la España en tiempos de guerra. A través de los encuentros y desencuentros de dos amantes imposibles, divididos por la Guerra Civil, podemos entender las penalidades de la tragedia que asoló a todo a un país. Pujante muestra su gran capacidad narrativa al esbozar una tragedia cósmica trasladándola a escala humana. El final de este relato es conmovedor, elegante y de una belleza deslumbrante.

Hay ecos en estos cuentos de Vila-Matas, de Juan Bonilla y de Bolaño. Sobre todo, la última pieza, “El hombre que lee”. Una historia de atmósfera apocalíptica, que podría ser un pasaje de una novela de Cormac McCarthy, y también un homenaje a Bolaño y a la lectura como extrañamiento.

Este libro se disfruta por varias razones. Porque las tramas de estos cuentos son interesantes y están escritos con una prosa elegante y precisa. Pero también porque el autor no se limita a la superficial tarea de contar una historia. Pujante, en clave ficcional, nos habla de grandes temas, de profundidades abismales que se esconden bajos los aparentemente inocuos fondos de una azul piscina llamada realidad. Sumergirse en las aguas de la literatura parece sencillo. Pero de ti, lector, depende, cuántos metros, cuántos tiburones, estás dispuesto a soportar. Sumérjanse en este libro, historias de una profundidad sobrecogedora.

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