‘Las grietas de América’, de Mikel Reparaz

Las grietas de América

Mikel Reparaz

Península

Barcelona, 2020

374 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

Cuando en 1944 se estrena la película de Disney Los tres caballeros, la factoría Disney aclaró que cada pájaro estaba basado en un arquetipo, una idea general y tópica, que representaba a la población de Brasil, México y Estados Unidos. El representante de Estados Unidos es, a la sazón, el pato Donald. Los personajes, no hace falta decirlo, se transforman en caricaturas. El problema es que una parte de estas caricaturas se convierte en una premonición cuando alguien con mucho dinero termina por tomársela en serio. Para llegar ahí, hace falta una mentalidad muy enferma, como la de otro Donald, el actual presidente de Estados Unidos, que es también un arquetipo y que sería una caricatura de no ser por las consecuencias funestas de cada sílaba que pronuncia, de cada movimiento de uno de sus dedos. A partir de ese sentido del ridículo que deberían tener quienes confunden la realidad con la violencia, Mikel Reparaz (Arbizu, Navarra, 1975) construye esta estupenda crónica que versa sobre la estupidez humana.

“Es un libro, quizá, sobre la cara oculta de la primera democracia moderna; o sobre su cara más evidente. Sobre las desigualdades que construyeron el país desde la Revolución, sobre el poder de la supremacía blanca y la Resistencia que la combate desde el principio. Y, sí, también es un libro sobre la América de Trump. Sobre la crispación que crepita bajo la piel de un país dividido y distorsionado.”

Uno de los méritos de Reparaz es conseguir equilibrar la narración de la historia con la narración de las historias: los grandes movimientos sociales con las afectaciones a las personas. Y lo hace de modo que cada frase contenga información y pegada, pues va descubriéndonos, o redescubriéndonos, todo lo que atañe a una deriva social y psicológica peligrosa. Nos muestra a Estados Unidos como al país más dividido del mundo, o al menos en el mismo grado en que pueden estar divididas sociedades del sur del continente, donde no cesa la lucha entre dos visiones del planeta. Pero, eso sí, tomando partido, pues por un lado está la sensatez, o lo que se nos antoja sensatez porque, por el otro lado, se enfrenta al disparate. De no ser porque causa muertos, heridos, miseria, hambre y enfermedades, ese disparate, el que promueve Trump y el supremacismo blanco, el que conlleva discriminaciones de género, de raza, xenófobas o de religión, sería una caricatura del estilo a las que vemos en las sociedades que aparecen en las películas de zombis. Pero esa violencia existe y mientras a unos les hace hervir la sangre, a las víctimas les empuja a derramarla.

Reparaz se centra, sobre todo, en la historia contemporánea, aunque recurre a la fundación de Estados Unidos y a otros tiempos más alejados, cuando precisa explicar cuál es la justificación en que se amparan quienes protegen y promueven esta sociedad. Consigue explicarnos en qué consiste en fenómeno Trump y el sustrato en que pisa Trump, y que a la vez nos resulte incomprensible que esas malas hierbas hayan conseguido arraigar. Sólo cabe una explicación y esta es la estupidez. La codicia es estupidez, pero ambas cosas facilitan la construcción que nos sostiene: si alguien te dice que siendo bueno irás al cielo, tendrás que someterte a un examen continuo; sin embargo, si alguien te dice que yendo a misa los domingos irás al cielo, la ley será sencillísima de acatar y la buena ventura fácil de conseguir. Un creyente de esta ralea es capaz de matar con la sonrisa en los labios. Esta maldad es en la que beben los policías agresivos, los jueces malvados y un sistema electoral antidemocrático, tres de los pilares en los que se sustenta una sociedad que pisotea los derechos civiles con una frecuencia tan regular como los tuits de Trump. Por otra parte, Reparaz nos habla de la canción protesta o la lucha que continua la estela de Martin Luther King o Malcolm X, como alternativas bondadosas o enérgicas. El ejemplo, que es el hilo del que tirará y que hilvanará la tercera parte de la obra, es el atentado con coche -en Charlottesville, 2017- en que un loco nacionalista arremete contra los manifestantes antifascistas matando a una mujer y enviando a un montón de gente al hospital. Seguir al demente y seguir a la mujer fallecida, en una muestra de una distancia no ya mundial, sino sideral, nos explicará a la perfección en qué consiste la patología que divide a la sociedad americana. A nosotros apenas nos quedará otro consuelo que entonar un réquiem y hacer cuanto esté en nuestra mano para que la epidemia no sea contagiosa.

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