Las palabras más delgadas de Neruda (en sus cien años)

Por Antonio Costa Gómez. Una vez compartí cama con Pablo Neruda en Brasil. Fue en otra época, pero la cama era la misma. Dormíamos en el hotel Pouso do Chico Rei, que llevaba el nombre de un esclavo africano que compró su libertad y se hizo rey de Ouro Preto). En una cama con balaustres sinuosos de madera y un espejo ovalado sobre la mesa de noche. Y sábanas con hilo de verdad. En el hotel había una cuna como una barca y un reloj secreto. En la noche me levantaba, me hundía en los sofás legendarios y veía en el DVD películas de Jacques Tati contra la mecanización empobrecedora.

Aprovecho que cumple cien años y lo felicito por algunos versos delgados. También escribió versos muy gruesos. Escribió en el Machu Pichu un himno tonitronante a los incas, que levantaron un imperio estalinista donde todo estaba controlado con los quipos y no había escapatoria. Para criticar los imperios colonialistas. Y escribió sobre Stalin y lo glorificó. No me sale felicitarlo por eso. También visitó Galicia y tal vez eso lo calmó un poco de las furias épicas y tonitronantes del “Canto general”. A las que alguien con mucho tino respondió con un “Canto personal”. Y del despreciar a los que leían a Rilke, y del orquestar las trompetas y los clarines.

Yo lo encontré en varios lugares del mundo. En la casa La Chascona, en Santiago de Chile, una sucesión de construcciones que descendían hacia el barrio bohemio de Buenavista. Allí Consuelo y yo recitamos algunos de sus Veinte poemas. En su casa de Valparaíso donde añoraba las fiestas que hacía con sus amigos mirando fuegos artificiales sobre el océano Pacífico y me acodaba en el bar personal donde bebía con grandes escritores. En Armenia, en el lago Sevan, donde cuando le preguntaron qué iglesia le gustaba más contestó que la central hidroeléctrica. Y le importaba un pimiento que esa catedral del progreso casi acabara con el lago y cercenara la naturaleza y la vida. Y ese lago que para los armenios aún es la vida, es su pequeño mar, casi desaparece. Igual que en Ourense desecaron la laguna Antela donde se alojaban miles de aves y los mosquitos eran las huestes del rey Arturo, ahora allí solo hay sequedad. A ratos me emocionaba en esos sitios, a ratos me decepcionaba. Lo siento, pero no voy a participar en ningún coro monolítico.

Me gusta imaginarlo tendido en aquella cama en Ouro Preto, indefenso y abierto, sin doctrinas grandiosas ni hosannas a Stalin, como los durmientes abandonados que admiramos en ciertas esculturas clásicas, como una especie de Endimión que se vive más a sí mismo en conexión con la Luna. En aquella cama con los balaustres delgados como sus palabras a veces delgadas.

Pero yo lo felicito sobre todo por esas palabras delgadas que soltaba a veces, cuando
estaba más inspirado y apagaba los clarines y las consignas. Cuando se escuchaba a sí
mismo y escuchaba la vida. Cuando le escribía a sus calcetines en sus Odas elementales. O cuando escribía a una amada secreta en la isla de Capri en Los versos del capitán. O en algunos hallazgos surrealistas en Residencia en la tierra, como esos poemas a los busques fantasmas en los océanos.

Pero sobre todo lo felicito, no hay remedio, por los Veinte poemas de amor y una canción desesperada. En esa esquina de su vida en que no habían llegado las epopeyas ni las doctrinas. Ni los desplazamientos de masas ni los diseños estalinistas iluminados. Lo felicito por esa poesía sin tanto ruido, por esas palabras delgadas e intensas de los Veinte poemas: “Para qué tú me oigas / mis palabras / se adelgazan a veces / como las
huellas de las gaviotas en las playas”.

3 thoughts on “Las palabras más delgadas de Neruda (en sus cien años)

  • el 6 febrero, 2024 a las 7:41 am
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    La Gnosis, es el conocimiento, Interior. Fin. FIN. . . . . . . . . . . . FIN. . . . . . . . , . FIN. . . , . Existe, una escala FIN. En, la vida. Fin. FIN. FIN. . . , . . . . . . FIN. . . FIN. . FIn. . . . . . . . , . . . . . . . FIN. FIN. . . . El pináculo, de los Árboles y las pompas de el jardín, de las Delicias. . . . . . . Fin. Fin. FIN. . . FIN. . . . FIn. . . . . . . . , . . . . FIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . , . FIN. FIN. . . . . . . . FIN. . , . . . . . . FIN. . . . . . . FIN. . . , . . . . . . . . FIN. . . . . . . . . . FIN. . . .

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  • el 9 marzo, 2024 a las 6:15 pm
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    Al agujero. Ellos, consideraron, la manifestación, decla chispa divinema, como el eter telemaco de la Odisea. Al agujero, la avispa y el relato, como consecuencia de la caída del eterno.

    Holderling en una barca, decimos que no fue, y si fue. El fuego, de el sol de tubinga lo atrajo, a la Hecate de su casa.

    El se volvió, loco, por que lo quemaron ,sus obras, como las de un loco.

    El loco de tubinga, se llamaba por decoro, hombre ilustre.

    Ellos, lo consideraron, como un ser excepcionante. Ellos, lo vieron, como un agujero, de males, poéticos.

    FIN. Saul muñoz López. Lo, locuaz, es lo pertinente. FIN.

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