“Palabra y Tiempo”, Fco. Javier Méndez

El tiempo como negación de la eternidad

Por Ricardo Navas.

Decía María Zambrano que la poesía es una forma de hacer también filosofía. Su propuesta de una razón poética no ha dejado de tener seguidores y no han parado se surgir propuestas en esa línea de intentar hacer de la poesía viva una forma de indagación filosófica. Otras vías han surgido en intentos de poetizar la filosofía, en el sentido de hacer la escritura filosófica con un lenguaje poético, una especie de prosa poética en la reflexión filosófica. Ambos intentos, una poesía filosófica o una filosofía poética son dos caras de una misma moneda: la poesía como forma de conocimiento.

En este libro, Palabra y Tiempo (Apeirón), de 60 poemas de Javier Méndez nos encontramos con una experiencia del mundo, una forma de conocer y preguntarnos por lo que nos pasa, de nuestra condición humana y de la existencia en su forma más pura. Los 60 poemas están divididos en cinco apartados de 10 poemas cada uno que mantienen una relación desde el sueño visionario hasta la nostalgia de una esperanza perdida: I. visiones, II. noche helada, III. crisis, IV. eterno mar solo, V. vaciado de yo, VI. nostalgia y esperanza.

El autor nos invita a recorrer un viaje imposible e intimista en una experiencia poética que intenta indagar en nuestra existencia como vida desnuda. Desde una concepción del tiempo como experiencia del movimiento cuya idea se desvanece, nos ofrece la palabra como manera de soportar la levedad del tiempo y hacernos cargo del sueño de una eternidad imposible. La muerte, el mundo en crisis y la más absoluta soledad se van revelando en los diferentes poemas hasta llegar al intento de desvanecerse, de la renuncia del yo para poder encontrar alguna manera de aferrarse al mínimo resquicio de los recuerdos, esa esperanza inocente de la niñez que el mundo moderno ha eliminado de nuestras expectativas. La pérdida de esta esperanza, aunque solo sea como fe en la esperanza, produce una nostalgia incontenible. Este viaje imposible, que asemeja a una navegación sobre un mar sin agua, es imposible porque no es posible viajar sobre lo que no existe: la conciencia de la permanencia estable de una realidad presente. Sin embargo, al final, queda una última esperanza, que se resuelve como la ilusión de una tierra prometida escondida en lo más recóndito del espíritu humano en el que se ha eliminado toda referencia a una individualidad: un yo vaciado.

Bala de muerte

Descubro mi pecho
desnudo expuesto al mundo
que alojará la bala de muerte.
Nada penetra más profundo
que un proyectil de acero:
rasga, abre la carne
al momento empieza a pudrirse.
Un cuerpo sin vida
—yace tumbado en la calle—
nada ni nadie lo recoge.
La dura mano
—penetra el cuerpo frío—
reposa el alma sin respiro.

 

Palabras de este tiempo

Tiempo sin tiempo
los lobos tumbados en la calle
esperando en manadas.
Un ruido grande, metálico.
Violentos los lobos despertarán
de su sueño.
Desde la distancia
los hombres huyen despavoridos
hasta ser devorados.

 

Palabra y Tiempo

Fco. Javier Méndez

Ediciones Apeirón

2022

Págs. 108

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