La brujería protagoniza ‘La maldición’, de Jenni Fagan

ÁNGELA ZORRILLA.

Geillis e Iris. Iris y Geillis. Dos mujeres, dos épocas y una misma reflexión. La escritora escocesa Jenni Fagan pone el dedo en una herida profunda que traspasa los siglos: aquella que señala a las mujeres, que las maltrata y ningunea. Que las llamas brujas. En “Maldicion”, una de las primeras novedades del catálogo de este año de Alba Contemporánea, la escritora necesita poco más de 100 páginas para recrear un diálogo sin mentiras, con mucho miedo, pero sin pasos falsos.

A través de una sesión es espiritismo Iris, un ser etéreo y sin forma, llega a la celda donde la quinceañera Geillis Duncan espera su ejecución. En unas horas, será ahorcada en la plaza del pueblo ante la mirada de reyes, obispos y vecinos.

La acusan de brujería y, para ofrecerle una especie de consuelo espiritual en forma de tribu y comunidad, Iris pasa junto a ella esas últimas horas. Les separan más de cinco siglos, pero de sus conversaciones llegan a la conclusión que el papel de la mujer en ambas épocas es idéntico. Iris habla como una mujer joven de 2021. Geillis trabajaba, hasta su juicio, esclavizada con 15 años y en el año 1591.

Esta breve novela es de aquellas que te atrapa, te contrae la respiración y consigue transportarte a ese lúgubre y húmedo calabozo. No necesita más: dos protagonistas. Un diálogo que va y viene y las reflexiones de cada una de ellas. Esta historia estrella en mil pedacos, porque da voz a dos mujeres, cuando en realidad habla de toda la sociedad. De los que acusan, de los que bajan la mirada, de los que señalan, pero también de las que callan, se esconden y sueñan.

Y, como colofón, nos da una patada directa a la boca del estómago recordándonos que Geillis Duncan fue una de las protagonistas reales de los juicios de North Berwick, donde se condenaron por traición y brujería a mujeres como ella, una comadrona con una sensibilidad especial. Incomprendida y abucheada su final estaba claro. Antes y quizás ahora.

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