La dulce soledad de un suicida en “Nuestra necesidad de consuelo es insaciable”

Horacio Otheguy Riveira.

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable es un libro del sueco Stig Dagerman, de solo 64 páginas editado en castellano por Pepitas de calabaza; ensayo escrito en 1952. Con el mismo título, un cuarteto de gente de teatro española lo pone en escena en una creación colectiva muy libre que, sin embargo, toma palabras textuales del escritor, que se suicidaría dos años después, en 1954, a la edad de 31 años. Asumió esta decisión, tras una vida pletórica intelectual y emocionalmente, creador de artículos periodísticos, cuentos, cuatro novelas y cuatro obras teatrales, apasionado enamoradizo con dos matrimonios y una hija… Un vitalista acérrimo que “compuso” este testamento vital:

[…] Estoy desprovisto de fe y no puedo, pues, ser dichoso, ya que un hombre dichoso nunca llegará a temer que su vida sea un errar sin sentido hacia una muerte cierta. No me ha sido dado en herencia ni un dios ni un punto firme en la tierra desde el cual poder llamar la atención de Dios; ni he heredado tampoco el furor disimulado del escéptico, ni las astucias del racionalista, ni el ardiente candor del ateo. Por eso no me atrevo a tirar la piedra ni a quien cree en cosas que yo dudo, ni a quien idolatra la duda como si esta no estuviera rodeada de tinieblas. Esta piedra me alcanzaría a mí mismo, ya que de una cosa estoy convencido: la necesidad de consuelo que tiene el ser humano es insaciable. […]

Esta creación, puesta en común de Lucía Lorente Toral, Alberto Fonseca, Esther Berzal y Jorge Berlanga con textos de: Stig Dagerman, fluye sin entrar en aspectos biográficos del autor, por el contrario, navega con el viento a favor de las capacidades artísticas de sus componentes en un escenario desnudo, a excepción de cuatro butacas rojas, de manera que sus voces y sus cuerpos anidan la necesidad de indagar en la situación del suicida, la soledad que le habita, la angustia… o la ternura como consuelo último ante el despegue del día a día, lidiando consigo mismo y los demás.

El espectáculo, con momentos de teatro-danza, adquiere un cariz testimonial en la urgencia de los intérpretes por solidarizarse con el joven desaparecido hace 69 años, y hacerse preguntas en torno a la acción de darse muerte a uno mismo, cuanto tiene de valentía o cobardía —esto dentro de los lugares comunes que surgen entre tertulianos—, mas sobre todo asombran y deleitan cuando las situaciones, entre ficciones y testimonios tal vez personales, allanan los límites convencionales y se abrazan, se alían, los cuatro con Dagerman, y todos con los espectadores, porque es tan profundo el alcance poético de su encuentro que colman de dicha la solitaria desesperación, más aún cuando cada intérprete se ubica frente a sí mismo y revela algunos de sus consuelos más queridos, los que tiene más a su alcance. Entonces el espíritu del muchacho sueco sobrevuela la sala y nos susurra sentidas palabras de afecto, de apoyo, de amor incondicional…

Stig Dagerman en uno de sus encuentros más dichosos.
Portada de la edición del libro, actualmente en venta.
Cartel de la función.
De pie: Jorge Berlanga y Jorge Fonseca. Sentadas: Esther Berzal y Lucía Lorente Toral.

TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO HASTA EL 2 DE JULIO 2023

La pieza fue estrenada el 21 de junio del corriente año en el marco de la tercera edición del Festival Sala Joven organizado por Teatro Urgente. Es la primera obra producida por un grupo de creadores que han destacado en ediciones anteriores del ciclo.

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