Alba Reche, la malabarista de las emociones

La cantante ilicitana cierra en octubre su gira “Honestamente triste” en México y Madrid, y estrena “Santos inocentes” junto a la banda Ginebras.

Por Mariano Velasco / Fotos: Silvia Peydró

Ya veremos cómo queda, pero hemos querido que esto fuera una entrevista “del revés”. No, no es que vayamos a empezarla por el final, o que el entrevistado entreviste al entrevistador. Del revés como en la peli de Pixar (Inside Out). Total, que nos hemos introducido en el cerebrito de la cantautora Alba Reche poco antes de que ponga punto final a la gira de su tercer trabajo, el personalísimo “Honestamente triste” (la cerrará en octubre en México y Madrid). Y con su nuevo tema recién salido del horno, su “cocktail” con la banda Ginebras, “Santos Inocentes”, todo un canto a la amistad y al buen rollito. Y hemos buscado y rebuscado qué es lo que más distingue y hace tan especial a esta mujer: las emociones, que las maneja como nadie. Las cinco protagonistas de la peli de Pixar: Tristeza, Alegría, Miedo, Ira y Asco. “Es verdad que a veces me hago flacos favores a mí misma – dice sobre cómo gestiona sus emociones – pero intento hacerlo lo mejor posible y cada día estoy más orgullosa de eso”. “Soy muy emocional – añade – pero las cosas del día a día, sobre el escenario no suelen afectarme tanto”. A lo que vamos: Alba Reche, una malabarista de las emociones.

La emoción como objetivo final de arte es uno de los temas que ponemos primero sobre la mesa de la cafetería en la que nos sentamos junto a Alba Reche una calurosa tarde de julio, y me dice que claro que sí, que como espectadora o público ella busca siempre que la obra de arte le emocione, para bien o para mal, “sea para tirarme a un pogo o para echarme a llorar en mi casa”. Como creadora, matiza la idea: “la emoción no sé si es el objetivo, creo que es algo que va intrínseco, no es una finalidad, es la esencia”. Y va, y como sorprendiéndose de su brillante argumentación, se parte de risa ella sola: “jajaja, ¡es que es la primera vez que lo digo en alto!”.

Alba Reche tiene eso, que es capaz de soltarte reflexiones tan profundas como coherentes que luego a ella misma le hacen gracia. Se le achinan los ojos cuando se escucha y siempre se le acaba escapando un “¿sabes?” complaciente y una sonrisa, cuando no una carcajada. Con la sonrisa en su boca, le pregunto si ella cree que su último trabajo, el EP “Honestamente triste” es un disco triste y que si se considera una persona triste:

– Para mí no es un disco triste. ¿Y para ti?

– Para mí tampoco.

– Me alegra.

– Mi percepción de ti como artista está muy lejos de que seas una persona triste, le digo. No se lo matizo, pero no hablo solo de la Alba Reche artista. De las veces que he tenido oportunidad de encontrarme con ella me parece una persona con una increíble capacidad de transmitir alegría. Su sonrisa es seña de identidad.

– Para mí también. No me considero una persona triste, me contesta.

Le recuerdo que en la peli “Del revés”, al principio parece que el personaje Tristeza es la emoción mala, que mejor que se esté quietecita, pero al final, es ella la que hace que todo vuelva a la normalidad. Cuando la protagonista, Raily, logra ser consciente de su tristeza, cuando la expresa, la verbaliza y llora, es cuando logra ser realmente feliz.

¿Cuál es para ti la mejor manera de exteriorizar la tristeza?, le pregunto a Alba/Raily: “Soy muy visceral sobre todo con la rabia y con la tristeza, es un poco como me sale. Para la tristeza soy muy apática, se me nota todo, para la gente que me rodea es muy fácil leerme”.

Me recuerda entonces que comienza su Ep “de una manera bastante incómoda, ¡cagándonos en la puta!” (es un audio al comienzo del disco, un lamento real de la propia Alba). “Estoy siendo políticamente incorrecta, estoy diciendo algo que normalmente no digo porque me parece que está mal decirlo, pero en un momento de rabia y de tristeza, la combinación de esas dos emociones es lo que representa ese audio. El hecho de poder combinar la emocionalidad con la racionalidad me parece lo más, no tengo por qué dejar de ser emocional por ser racional, lo siento mucho”.

No haría falta insistir mucho más en que su disco no es triste, estamos los dos muy de acuerdo, pero aun así lo hago, y me refiero a lo que Alba y su banda hacen con el tema “Como si no importara” en los directos, cómo aceleran el ritmo de forma endiablada y cómo la tía se pone a gritar como una posesa. Es la mejor expresión de cómo pasar de la tristeza a la alegría en un pispás. No nos cabe ninguna duda, ni a mí ni a “la posesa”.

Le digo que no quiero hablar mucho más de la tristeza, que estará hasta los mismísimos, pero me dice no le importa, que se lleva bien con todas las emociones. Aun así, pasamos a la alegría y le menciono otra canción, “No cambies tu andar”, surgida de una frase que es un consejo de su madre, para que me hable de la familia (en la peli, la personalidad de la prota se forma a partir de islas: la isla de la familia, de la amistad, de la sinceridad…): “La familia ha representado mi primera red emocional, es un parte esencial en mi vida”. Le comento que he notado que, cada vez más, su familia está muy presente en sus canciones: “Sí, ha sido un momento en que he conectado mucho con ellos. Nos pasa que cuando llegamos a una edad, ahora de repente veo que todas mis amigas se llevan bien con sus madres después de la adolescencia, esa vuelta a la conexión, a de repente darte cuenta de que tus padres también son personas más allá de ser padres o madres”.

Enseguida surge en la conversación el nombre de Marina Reche, su hermana pequeña, quien la acompaña desde el principio como segunda voz y que acaba de publicar un excelente trabajo en solitario llamado “Claridad”: “Ella es lo más, es de las personas que más admiro en la vida. Muchas veces le he dado sentido a las cosas que hago gracias a ella. Nuestra relación siempre se ha basado en la admiración mutua y en el entendimiento”.

Alba no duda ni un minuto en hacer una aportación más sobre el concepto “familia”: “Creo que la familia va más allá de lo biológico, y he construido también una familia que es la gente con la que comparto mi día a día, de la que estoy muy orgullosa”. Esta matización nos lleva a hablar de la amistad y, cómo no, de su último trabajo, ese divertidísimo tema (¿alguien habló de tristeza?) que es “Santos inocentes”, la canción que ha hecho junto a Ginebras y que Alba espera poder interpretar pronto junto a “las chicas que ya dormirán cuando se mueran”. ¿Necesitabas hacer una canción dedicada a la amistad?, pregunto. Alba me contesta rotunda: “Era lo más divertido que se me ocurría ese día, la verdad. Y además era algo que venía pensando teniendo muchas conversaciones diarias con la amiga por la que empezó todo. Luego también esa persona se desdobla, y dentro de la imaginación puede representar a cualquiera otra persona. Me desdibujo un poco en las canciones”.

Aun así, le digo que lo de “cara niña, santos inocentes” que dice la canción… seguro que son alusiones muy personales, que si me las puede explicar, porfi. Se le iluminan los ojillos con sonrisa picarona y presiento, se ve venir, que me va a contar algo divertido: “Cara niña realmente se refiere a la cara redondita y los ojos grandes y a que sonreímos mucho, porque somos majísimas y esa es la puta verdad. Y es “cara niña, santos inocentes”, en plan, pobrecitos que se piensan que… Realmente fue en un momento de fiesta, absurdo, que vinieron a pedirnos un piti y a tirarnos un poco, y nosotras cortamos como muy bruscamente, como… ay no me vaciles ahora porque no me apetece, en plan… sabes que te voy a estufar porque tengo un carácter de la hostia, no me vengas a rayar a la tres de la mañana porque no me rayes… Y fue un poco eso”.

Me imagino con todo detalle la genial situación, le pego un trago a mi cerveza a la salud de “cara niña” y seguimos hablando de cómo llegan las Ginebras al proyecto: “La hicimos en octubre nada más salir “Honestamente triste”, y entonces me dije, bueno Alba, cari, date un respiro, ¿eh? Y en enero la rescaté del cajón, coincidí con ellas y se lo propuse descaradamente y sin vergüenzas, cosa que no suelo hacer porque me da bastante apuro proponer cosas y poner en compromiso a alguien”.

Y de las Ginebras pasamos a lo contrario de la amistad, o no, para hablar del concepto de soledad. Una vez que me aseguro de que sí, de que mi interlocutora se lleva bien con la soledad, recurro a una cita de Rupi Kaur, escritora a la que siempre he considerado – cosas mías – muy cercana creativamente a Alba:

“La soledad es una señal de que te necesitas

a ti misma de una manera desesperada”

“Me encanta estar sola, no le tengo miedo, de hecho la disfruto bastante y necesito ausentarme cada equis tiempo de la vida social. Llevarse bien con una misma es de las cosas más difíciles y más importantes que hay que hacer Y me llevo bastante bien conmigo misma en general, jeje”. Se le debe de quedar esta afirmación ahí un momento como dándole vueltas en la cabeza, porque al ratito me interrumpe para matizarse: “Hay veces que no me soporto, ¿eh?, que es que me quiero tirar literalmente, por favor, cállate la boca”, se dice a sí misma.

Le digo que me parece que la soledad o la ausencia pesa mucho en sus composiciones, y que una de sus canciones más representativas de esto, si no la más, es “Como si no importara”. Me da la razón: “Sí, significa joder, tía, me dejaste sola…”. Aunque me la sé de memoria, llevo escrita por si acaso una frase de la canción y se la leo:

“Tus manos me soltaron con la fuerza de quien quiere dejar de formar parte de mi”

– Esa es mi frase favorita, me dice.

– Y la mía, le digo.

– ¡Qué bien!¡Me alegra! Para mi es la más sincera de todas.

Y con estas nos ponemos a hablar de amor. O de desamor, porque yo veo más desamor que amor en sus canciones. Lo admite y no parece preocuparle ni lo más mínimo, más bien al contrario: “sí, quizás inspira bastante más el desamor. Es que cuando estoy contenta y cuando estoy enamorada no estoy escribiendo solo…, hago otras cosas…, más cosas del amor”. Ante tan brillante respuesta, se me pasa por la cabeza dar por zanjada la entrevista, levantarme y hacerle la ola, pero continúo citándole una de las frases que, a mi entender, mejor definen el amor en sus canciones, y que está, precisamente, en un tema de desamor:

“Espero verte feliz aunque sea sin mí”

“Es una definición generosa de amor. De amor y de respeto, sí, totalmente, regalas todo el rato. No piensas en pedir cosas a cambio. Y la manera en la que te vas va a definir más que cualquier tiempo de relación. Cómo te vas también habla mucho de la persona. Me gustaba la idea de que siempre que pienses que nos hemos ido puedes recurrir a esta canción”.

Pero claro, hay también otras formas de irse, no todo va ser de color de rosas. Y ahí entra en juego “La culpa”, una de las canciones más emblemáticas de Alba, y que contiene esa frase de diez:

“La culpa es mía que no quise darme cuenta de que no sabes querer”

“Si, en “La culpa” fue literalmente como… ser una hija de puta. “La culpa” me permitió un poco vivir el desengaño a través de la canción, que no suelo permitírmelo. Pero también tengo permiso de sentir rabia y de ser descarada y… ¿cómo vacilona en cierta manera? Se juega mucho con la ironía en esa canción”.

Hacemos un paréntesis en esto de las emociones cuando se nos cuela en la entrevista un tal Bing Bong, uno de los personajes más simpáticos de la peli de Pixar, mezcla de elefante, gato y delfín, y que llora chuches el pobre. Representa nada menos que la imaginación. “Es mi favorito”, sentencia Alba. Para hablar de la imaginación, cito una entrevista de Luz Sánchez-Mellado a Luz Casal (nos ponemos los dos casi casi literalmente de pie al salir este nombre). Preguntada por cómo era capaz poner al público a gritar como loco con “Rufino” y a llorar con “Piensa en mí”, dice Luz: “creo que me lo facilita mi imaginación”.

“Quizás sea de las mejores respuestas que haya escuchado”, exclama Alba. “Adoro a Luz Casal, me parece una de las mejores representantes de la música y del buen gusto, de la elegancia y a la vez con un poderío, una garra y una sensibilidad, cómo la enaltece…” Estamos muy de acuerdo en que hablamos de una artista con mayúsculas. Alba echa la vista atrás: “Cuando hablábamos al principio de la entrevista de que dentro de los escenarios yo no conecto tanto con el día a día, creo que es gracias a la imaginación, quizás lo que estaba queriendo decir era realmente eso, que sobre el escenario no soy tan consciente de mis situaciones del día a día porque le doy paso a la imaginación, es como vivir el presente de otra manera”.

Le damos una vueltita de tuerca al tema de la imaginación para hablar de la mentira, y de su participación y valor en el proceso creativo.

– ¿Hasta qué punto eres tú capaz de admitir que utilizas la mentira para crear?

– ¡Eso da igual!

– ¿Pero hay algún momento en que te limite?

Alba se explaya: “No. Si tengo que vivir todo lo que he escrito, quizá no nos da la vida. Creo que la realidad nunca va a ser verdad del todo, es en gran parte mentira, nunca vas a ver la realidad como una verdad absoluta, al menos yo no. No tengo una relación buena con la mentira en el sentido de que no me gusta que me mientan. ¿Pero en relación con las canciones y con lo que puedas crear? ¡Date vida, amor!”

– ¿Y no te parece alucinante que en el arte seamos capaces de emocionarnos con mentiras?

“Yo intento ser lo más sincera posible en mis canciones, pero entiendo que las canciones no solamente hablan de una misma, no son un diario todo el rato. En “Esa también fui yo” (sin duda, su canción más personal e íntima), todo lo que cuento es verdad, ¿pero cuántos matices me he dejado por explicar?”

– Pero si contaras mentiras tampoco tendría por qué empeorar la canción ¿O sí?

– No, pero no me gustaría tanto.

– ¿Por satisfacción personal?

– Exactamente. No me gustaría tanto.

“La mentira no tiene por qué ser mala, me refiero… ¡no voy a justificar ahora de repente unos cuernos!, jaja ¿Me explico? Pero la mentira también son las historias, también son las novelas, las paradojas son mentiras…”

Ahí quería yo llegar en cierto modo, y le cito a Alba Reche un maravilloso artículo que Almodóvar publicó hace años, en el que explicaba cómo con su madre leía cartas a las vecinas y se inventaba parte. Él se lo reprochaba, y ella le decía: “¡pero has visto lo contenta que se ha puesto! “Estas improvisaciones – dice Almodóvar – entrañaban una gran lección para mí. Establecían la diferencia entre ficción y realidad, y cómo la realidad necesita de la ficción para ser completa, más agradable, más vivible” (El País, 13 de sept. 1999).

“¡Ay, qué bonito! Es que la mentira no tiene por qué tener una finalidad mala, puede ser para entretener, hay una parte de magia, el arte no es solo creer todo lo que se dice, sino que va más allá de la palabra. Si se puede hacer arte con algo con lo que no puedes hablar como son los instrumentos, ¿cómo se puede decir que una sinfonía es una mentira? ¡Es mentira y verdad a la vez! ¡Es como el gato de Schrödinger!”.

El asunto de la imaginación nos sigue dando más juego, y le planteo ahora a Alba si el excesivo recurso a la forma en el proceso creativo puede llegar a coartar la imaginación. Le pongo el ejemplo otra vez de la magnífica “No cambies tu andar”, que me parece una canción formal y estructuralmente muy trabajada, pero que a la vez cuenta muchas emociones. Habla Alba: “Voy a defender aquí la parte que no es tan formal, por lo que hablábamos, que la música está hecha para emocionar. Pero sí, yo le doy mucho valor a la forma, porque me gusta y me parece divertido. Es como jugar con números a través de las palabras. Yo cuento mucho las sílabas y me parece muy divertido”.

Nos van a acabar echando de la cafetería, porque ahora es Alba la que menciona un nombre que nos vuelve a poner casi casi literalmente a los dos de pie otra vez: Jorge Drexler. “En esa época, cuando “No cambies tu andar”, compartí una conversación con Drexler, y cuando me dijo que él también contaba y yo de repente lo escuché fue como… ¡es increíble!”.

Otro elemento muy presente en la peli son los recuerdos. Eso nos lleva a viajar al subconsciente e, inevitablemente, a “Esa también fui yo”, la canción en la que Alba narra un abuso en primera persona (“Me forzaron a querer dentro de una habitación…”). Alba se sincera una vez más: “Fue un proceso que no me gustó nada. Se me llena la boca de decir que me conectó, pero otra cosa es que disfrutase del proceso. ¿Que me ha hecho estar más en paz conmigo misma? Sí. ¿Qué lo disfrutase? No amore, nadie disfruta de eso. Fue fustigarse a una misma con una buena finalidad”.

– ¿Fue premeditado? ¿Tú lo necesitabas?

“Si, supongo que en el subconsciente sí que lo necesitaba, si no no habría llegado a la conclusión de un día sentarme en el estudio y decir, oye chavales, que vamos a hacer esto. De hecho es con la canción que más dudas tuve, no quería sacarla, me sentía supervulnerable. Pero también tuve conversaciones de… jolines, a lo mejor también le viene bien a la gente escuchar esto y saber que no todo tiene por qué ser feliz”.

– ¿Crees que salió bien?

– Sí, sí, sí.

No se lo digo, pero me alegra mucho escuchar esto.

Nos está esperando el miedo, y le planteamos a Alba por dónde van sus miedos. ¿Miedo a la fama o al olvido? Pues se diría que ni lo uno ni lo otro. “La fama no es una finalidad, es una consecuencia. Yo me preocupo más de tener miedo de no ser válida para mí misma y de pensar que no valgo para lo que estoy haciendo, que mis canciones no me gusten. Creo que he conseguido un tipo de fama que a mí me gusta. Es la amabilidad, considero que mi público es muy amable conmigo”.

– Tu público contigo y tú con tu público, matizo.

“Sí, es que es un trabajo eso, tu trata bien y se te tratará bien.  La gente que me sigue, tío, es como… ¿me puedo sentar contigo?, ¿me puedo hacer una foto contigo?, ¿puedo charlar contigo…? Muchas veces solo hay una conversación entre medias”.

– ¿Y cómo llevas lo de salirte de tu grupo de amigos? Hablo de miedos.

“Socializar no sé si es lo mío todo el rato. La verdad es que te diría que no. Se nota mucho cuando conecto con una persona, porque me abro mucho muy fácil y se me nota todo todo. No tengo miedo a expresar mi intimidad cuando conecto con alguien. ¿Que si es lo normal? No. Y tampoco me gustan los espacios grandes con mucha gente, me pone un poco nerviosa el no ubicarme en los sitios. He pasado por momentos de fobia social muy muy grandes que he llegado a controlar en estos dos últimos años. A mí lo de mucha gente… es que no va conmigo, no”.

Directitos vamos a darnos de bruces con la ira, emoción con la que Alba confiesa llevarse bien, cree que la muestra cuando la tiene que mostrar, no solo en sus canciones (“creo que “La culpa” es el momento ira”), sino también en la vida real. “Tiene que ver con un trabajo, a partir del feminismo, que es como tener derecho a enfadarse, tener derecho a poner límites, tener derecho a decir, joder hasta aquí. Tampoco me suelo enfadar mucho, ¿eh?”.

– Pero en tus canciones sí te gusta mucho reflejarlo.

– En “La culpa” fue como regodearse, sí.

Sin embargo, le digo que creo que ella posee una cualidad muy apreciable como artista, intuyo que también como persona, que es todo lo contrario a la ira: la ternura. Le cuento que he intentado definirla muchas veces a propósito de su ternura, pero que he de confesar que la mejor definición posible me la pisó ella cuando se tatuó en la mano “ternura radical”.

– La ternura me parece lo más poderoso del mundo, sentencia Alba.

– Pero tu manera de entender la ternura es muy sui generis, no es una ternura ñoña…

– No, no, no, no… es una ternura incluso reivindicativa también.

– ¡El empoderamiento de la ternura!

– Totalmente. La ternura va mucho más allá del amor, es cuestión de educación, de respeto hacia lo que te rodea, de manera radical.

Puede no parecer el mejor final, pero hemos de terminar este paseo por la cabecita de Alba con la emoción más desagradable de todas: el asco. “A mí me parece superdivertida”, me corrige Alba refiriéndose, supongo, al personaje de la peli.

– Yo voy más a la sensación que puedes tener con…

– A Vox, ¿no?

– Por ahí va. A la falta de derechos, a una situación como la que estamos viviendo en la actualidad…

“Sí, en esos casos no me parece divertida. Suelo sentir bastante repugnancia. Suelo sentir asco sobre todo con actitudes, hay algo que me causa mucho rechazo y el rechazo me causa también como risa, no sé por qué, lo tengo asociado, por eso creo que la considero divertida”.

– Porque lo ridiculizas.

– Si, ridiculizo el asco, mucho, no sé qué tiene que ver esto es psicología, la verdad, pero lo infantilizo mucho el asco.

– Y tú has decidido ser una artista comprometida…

– Lo intento, sí.

– ¿Crees que es algo necesario?

– Total.

– Hay artistas que por eso se sienten atacados y pierden seguidores por decir qué piensan.

“Es que pasa, a mí me ha pasado también. Por compartir “votad por favor contra Vox”. ¿Y para qué quiero yo un seguidor así? Nos estamos haciendo un favor el uno al otro, no tenemos nada que compartir. Despersonalizar a una artista como si no tuviésemos derecho a tener ideas me parece una falta de respeto. Y no posicionarte también me parece un poco una irresponsabilidad, más que nada como ciudadana, no por otra cosa”.

Aunque se quedara fuera de la peli la pobrecita, la sorpresa está también considerada como una de las emociones básicas, y nosotros hemos querido invitarla a la entrevista. ¡Sorpréndenos, Alba Reche!: “Mi sorpresa es que seguramente llevemos el show completo a México, con los tres discos, será el concierto más largo que haya dado en toda mi vida”.

Y nosotros también la sorprendemos a ella con dos preguntas de origen desconocido. La primera: “¿dónde te ves laboralmente dentro de 15 años?”

“¡Joder, vaya preguntita! No quiero saberlo, qué pereza imaginarme ahora eso. Espero estar contenta, y si puedo estar haciendo lo que yo quiera, mejor. Si puedo dedicarme al arte y la música, sería lo más”.

– Yo te veo en un proyecto multidisciplinar, la tanteo.

– Yo también.

– Te veo en algo parecido a lo que hacía Luis Eduardo Aute (¡joder, otra vez de pie los dos!): pintar, escribir y cantar.

– Qué bonito, sí. Ojalá estuviese ahí en 15 años. ¡Con cuarenta ya, joder!

La otra pregunta es: “si pudieras cambiar algo en el ámbito laboral, ¿qué sería?”

“Cambiaría muchas cosas, soy una puta pesada. A nivel general, cambiaría el momento de la mujer dentro de la música, que estuviera fifty- fifty todo. Y a nivel personal, que ojalá se le diese más valor al directo. Soy bastante de directo y me gustaría que se le diese el mismo valor que al estudio, que creo que no se le da. Que antes de contratarte fuesen a ver un concierto tuyo en vez de meterse en tu spotify”.

Antes de insistir en lo de los directos, le confieso que la primera pregunta viene de su madre, quien la sigue con infinita devoción en todos sus conciertos (“¡por supuesto que es de mi santa madre!”, exclama); y la segunda, de su admirada hermana.

– ¿Te gustaría hacer un disco en directo?

– Me encantaría, sería también como un proyecto para dentro de quince años: ¡los grandes hits de Alba Reche!, bromea muy en serio.

– Yo cuando empecé a seguirte entré en contacto con muchas de tus fans y me lo decían: ¡tío, cuando veas a Alba Reche en directo vas a alucinar!

– ¡Ay, que guay!

– Y tenían toda la razón: ¡alucino!

Honestamente triste Tour

Fin de gira:

20/10/2023. Cuerda cultura. Guadalajara (México)

22/10/2023. Indie Rocks! Ciudad de México

28/10/2023. Teatro Barceló. Madrid

2 thoughts on “Alba Reche, la malabarista de las emociones

  • el 8 agosto, 2023 a las 11:00 pm
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    Mariano me a encantado mucho tu entrevista muy profunda e inteligente. Y las contestaciones de Alba también. Habeis formado un buen tandem. Y también las fotos de Silvia.

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  • el 12 agosto, 2023 a las 12:26 am
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    Muchas gracias Asun. Me alegro mucho! Alba ha sido muy generosa en las respuestas, todo el mérito es de ella.

    Respuesta

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