“El baile de los pájaros”, de Basilio Sánchez

LA ARMONÍA HECHA POESÍA. 

Por Asunción Escribano.

Basilio Sánchez más que poeta es un visionario. Sólo así puede llamarse a alguien que escribe: “Añoro la ceguera que es un punto de luz”. Hacer de la nada todo es uno de los dones que tiene la poesía. Nacido en Cáceres en 1958, Basilio Sánchez ha publicado más de una docena de poemarios, y se ha hecho merecedor de algunos de los mejores premios de nuestro país, entre ellos, el accésit del Adonáis, el Gil de Biedma, el Unicaja, el Tiflos, el Ricardo Molina Ciudad de Córdoba, el Loewe, o el Premio Nacional de Poesía Meléndez Valdés.

Su último poemario titulado El baile de los pájaros, publicado en la editorial Pre-Textos, comienza con una cita en prosa que sitúa el lugar de la emoción, ese punto de luz que abre un túnel en la ceguera del mundo: “A mi regreso a casa me invadían la alegría de los pájaros, el fervor de lo vivo”. La expresión de la certeza que conduce al libro, y que hila los poemas y la emoción que los hizo ser.

En el primer poema, el hombre es un Sísifo reconciliado con su piedra, con su vida y dice amar las contradicciones: “la eternidad de un solo instante” y “el infinito breve de una noche”. Hecho de extremos en él unificados, también el poeta expresa la conciencia de pertenencia a un universo que no sólo sirve para contenerle y alimentarle, sino que se habla de un modo de ser más profundo y auténtico de habitarlo: animales que “hablan por nosotros”, árboles que “respiran por nosotros” o nubes que “apaciguan el cielo por nosotros”.

El hombre, que en la obra de Basilio Sánchez toma la palabra en primera persona, es consciente de su lugar en el cosmos. Así, los animales, los álamos o las nubes hacen de intermediarios entre hombre y mundo, por ello, el sujeto lírico se vuelve transparente, porque “Para los que elegimos caminar entre ellas,/ todas las sombras tienen sentimientos”. El sujeto lírico, que dice amar el mundo, está de paso entre todos los parajes que le rodean, y asume su falta de certezas, experiencia que, por otro lado, es la base de la conmoción: lo que “más me emociona es lo que menos comprendo”. Por ello, en algunos poemas, intensificadoramente, se repiten formas verbales como “desconozco” (“Desconozco/ la idea de belleza/ que tienen los gorriones”, “desconozco/ cómo se ve la vida desde un árbol”).

El silencio y la soledad son, por otro lado, unas vivencias íntimas que fusionan lo personal con lo cósmico, y de ellas aprende a estar a la escucha de un mundo que le da lecciones permanentemente a los hombres que lo habitan, sin gran trascendencia ni elevados mensajes. Sólo hace falta estar a la escucha y, más aún, sólo es necesario ser y estar: “Camino sin propósito./ Mi destino es un árbol”, escribe consciente de la relevancia de percibir el momento, y extremada la conciencia del instante.

Con una capacidad sorprendente para elaborar imágenes que son mucho más que recursos embellecedores, sino que dicen algo más de lo que parece percibirse con la mera contemplación, el lector se encuentra con recursos retóricos poderosísimos. Metáforas o personificaciones que inciden en esa comunicación y participación emocional entre todos los seres. Así podemos leer que “la montaña es un perro abandonado/ en un cruce de caminos del mundo”; o “la vida/ es una grieta/ en la corteza de un árbol/ en la que se acumula la nieve de la noche”, o “yo soy para mis hijos/ el anillo más profundo del árbol”.

Igualmente, hay una conciencia del poder transformador de la escritura en muchos de los poemas en los que aparecen destellos conscientes de una poética madurada a partir de los sentidos, y también de la conciencia de ser parte de algo más grande que nosotros: “Escribir es trabajar con las manos./ Yo lo hago por agradecimiento, por respeto,/ por un deseo profundo”. También ayudan a depositar sobre la vida del hombre aquellas lecciones que no puede aprender de otra manera: “La poesía […] son palabras que están a nuestro lado,/ que nos dicen aquello/ que queremos decir y no sabemos”. O también, a través de ellas, el hombre conoce su naturaleza esencial, sencilla y humilde. Así podemos leer en su poema final: “Las palabras nos enseñan a solas/ a sentirnos pequeños en un país de árboles”, concluye el autor.

En definitiva, Basilio Sánchez nos regala en este libro una experiencia literaria enriquecedora y conmovedora, convirtiendo el poemario en imprescindible para aquellos que buscan la belleza en la simplicidad del mundo que nos rodea. El autor nos invita a encontrar la belleza en los momentos más sencillos y a apreciar la naturaleza como fuente inagotable de inspiración. El baile de los pájaros es, sin duda, una obra hermosísima que nos recuerda la importancia de estar en armonía con la naturaleza y valorar cada instante en la vida.

Basilio Sánchez
El baile de los pájaros
Valencia, Pre-Textos, 2023

One thought on ““El baile de los pájaros”, de Basilio Sánchez

  • el 15 septiembre, 2023 a las 9:16 pm
    Permalink

    es un poema muy bueno me gusta mucho la primera frase con la que empieza el poema quizas muchos no lo entenderan pero si logras encontrar el significado seguro te sentiras identificado

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *