De lo digno y lo humano

ANTONIO GUERRERO.

Decía Kant, en el siglo XVIII, que la dignidad era lo que nos distinguía de la naturaleza; lo único atribuible exclusivamente a lo humano. Esto es la única condición que un ser humano tiene que reconoger de sí mismo y de los demás. Pero también decía que la dignidad se derivaba de la capacidad racional y autónoma del ser humano. Con esto decía que era la capacidad de los seres humanos para actuar de acuerdo con la razón y la autonomía. A diferencia de otros seres vivos, los seres humanos tenían la facultad de razonar y tomar decisiones basadas en principios universales. Esta capacidad racional nos otorgaba un valor intrínseco y nos diferenciaba de cualquier objeto o recurso natural.

En este sentido, Kant, enfatizaba que la dignidad humana no podía ser condicionada o violada por ninguna circunstancia externa. No estaba sujeta a condiciones económicas, sociales o culturales, ni dependía de la opinión o la aprobación de los demás. La dignidad era inherente a nuestra condición humana y debía ser respetada en todo momento, sin importar las circunstancias.

Kant sostenia además que las personas debían ser tratadas siempre como fines en sí mismas y nunca como meros medios para alcanzar un fin. Esto significaba que no podiamos utilizar a los demás para nuestros propios propósitos, sino que debiamos respetar su autonomía y considerar sus intereses y necesidades. Cada individuo tenía el derecho de ser tratado con dignidad y merecia ser valorado como una persona única y autónoma.

Desde la perspectiva de Kant, la dignidad también implicaba el cumplimiento de nuestros deberes morales. Según su ética deontológica, nuestras acciones debian estar basadas en principios morales racionales y no en consecuencias o resultados. Cumplir con nuestros deberes morales era un acto de respeto hacia nuestra propia dignidad y hacia la de los demás.

En resumen, la dignidad era un tesoro: aquello que nos distinguia de la naturaleza y que nos reconocía la condición humana como única y exclusiva de nosotros. Esa dignidad se basaba en la autonomia. Un mayor grado de autonomía implicaba un mayor grado de dignidad. Pero esto también llevaba al deber. La dignidad debia salir del respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos. Dicho así ese respeto era el respeto a la condición humana. Lo digno lo era porque era lo humano y lo humano lo era porque era lo digno. Era nuestro tesoro.

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