“Love & Death”

Por Gerardo Gonzalo.

Acabo de ver en HBO Max la miniserie de 7 episodios Love & Death. Una historia basada en hechos reales, que nos cuenta la relación extramatrimonial entre dos personas, en el contexto de una comunidad muy religiosa de un pequeño pueblo de Texas, y las consecuencias que ello provoca.

Se trata de una ficción de David E Kelley, creador entre otras de Big Little Lies (2017), que aquí articula una serie de gran factura, con interpretaciones muy potentes y un ritmo adecuado, que además tiene la virtud de ir de menos a más.

La acción está ambientada en una pequeña población rural estadounidense de principios de los 80, donde el peso de la comunidad, las relaciones entre los vecinos, la parroquia y las apariencias, lo son todo. Ahí, una mujer casada y miembro muy relevante de ese entorno, le propone al marido de otra pareja tener una relación extramatrimonial, que acometen con dudas, altas dosis de inocencia, muchos límites y complicidad. Esta no se nos muestra en su vertiente morbosa, sino más como la búsqueda de dos personas por cubrir ciertos ámbitos de insatisfacción personal, vivir una experiencia, pero sin un planteamiento tremendista de abandono o traición al otro. Una relación episódica, que además acaba con cierta rapidez y sin consecuencias o traumas aparentes de ningún tipo.

A todo este planteamiento, están dedicados los primeros capítulos, que transcurren con interés, pero sin grandes sobresaltos. Aquí ya percibimos un muy preciso retrato de personajes y situaciones, que cubren desde lo más íntimo de una pareja, hasta el escaparate social de una comunidad determinada y todos los actores interrelacionados dentro de la misma.

La cuestión, es que en un determinado momento, la verdad oculta reluce y la respuesta es totalmente diferente según quien la descubre, siendo demoledora y de consecuencias trágicas en uno de los casos. Esto hace que la historia derive hacia un nuevo ámbito criminal y judicial, que le dan a la trama una intensidad e interés mayúsculos gracias además, a un tratamiento muy singular y preciso por los detalles y la psicología de cada personaje. Además, las reacciones de los intervinientes y los que les rodean, no parecen las más habituales en el contexto cinematográfico, pero sí que reflejan con mayor verosimilitud la complejidad y los sentimientos encontrados que anidan en cada uno. En la serie, hay una búsqueda de una verdad última e íntima y un intento por comprender y empatizar con las posturas de cada personaje.

Este ritmo in crescendo, se sustenta sobre algunos portentosos momentos de tensión psicológica. Sobre todo, los relacionados con las reacciones de las personas, que van siendo conocedoras de los hechos que han sucedido y que marcan los hitos del desarrollo de la trama. Pero esto no resultaría creíble, sin unas extraordinarias interpretaciones por parte de los actores que encarnan a las dos parejas, sobre todo en el caso de Elizabeth Olsen, sobre la que recae el peso principal de la trama, La actriz está excelente en su interpretación de mujer activa, madre de familia, esposa modelo, carismática y guardiana, a la vez, de unos deseos y un secreto inconfesable, que elude a través de instantes de introspección, de la música y de las rutinas. Así, obsesionada por las apariencias, es capaz de evadirse de un contexto terrible y de mantener una naturalidad imposible para cualquiera, manteniendo siempre una actitud encantadora. Junto a ella, Jesse Plemons, Lily Rabe y Patrick Fugit, extraordinarios desde la contención y con actuaciones llenas de matices, a los que se une en la parte final otro pilar del elenco, Tom Pelphrey, como abogado de gran personalidad, con una presencia y actitud arrolladoras.

De partida, podríamos decir que se trata de una serie de corte clásico, donde la trama comienza deambulando por los senderos de las relaciones de pareja y la infidelidad, para posteriormente derivar en un crimen y un gran juicio. Temas todos ellos, a priori muy habituales, pero que en este caso están tratados de una forma tan matizada y original, que yo mismo me he visto en una actitud adictiva ante un producto, que sobre todo en su parte final, no podía dejar de ver y que me tenía totalmente enganchado por saber cuál iba a ser su desenlace y cómo iba a articularse, además de quedar desconcertado, por la ausencia de buenos, malos, víctimas o verdugos claros, en el sentido más tradicional de una ficción.

Todo un hallazgo, con una excelente factura e interpretaciones, desde la robustez de un buen argumento, muy entretenida, que creo que puede interesar a todo tipo de público y que además puede generar algún debate sobre los diferentes puntos de vista que adquieren cada uno de los personajes. No os la perdáis.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *