“Yuyu, flores y poemas”, de Silvia Federici y Begonia Santa-Cecilia

Por Alberto García-Teresa.

Silvia Federici es bien conocida por la lucidez y la potencia de desvelamiento de sus trabajos de análisis feminista. La autora de Calibán y la bruja presenta aquí, sin embargo, un conjunto de poemas que se ofrecen en una cuidadísima edición por La Oveja Roja. De hecho, estas páginas recogen por primera vez, en cualquier lengua y en todo el mundo, su poesía. Lo hacen acompañándose de las pinturas de flores realizadas por Begonia Santa-Cecilia, quien fue generando sus acuarelas en un diálogo epistolar con la autora durante la pandemia, cuando Federici le iba mandando poemas escritos desde los años ochenta. Así, el libro recoge también una conversación artística (transcribe los emails de Federici, no en vano, donde ella alerta de la puesta en práctica de políticas represivas con la excusa de la pandemia) en la cual las palabras y lo plástico caminan juntos, mirándose en una relación no necesariamente directa, para llevarnos a un nuevo marco de interpretación. Además, el volumen reproduce multitud de fotografías de manuscritos, la versión original en inglés de los poemas y varios textos complementarios. Toda la obra, así, constituye un delicadísimo regalo para nuestros ojos.

Los poemas incorporan la fecha, la ciudad y el país donde se escribieron, lo que ayuda a ubicar el contexto político y social en el cual se elaboraron. La propia autora aporta unas líneas al respecto. De este modo, Federici reafirma el carácter histórico de la poesía, y permite amarrar el salto contemplativo de las flores pintadas a la reflexión, el cuestionamiento o la expresión lírica de sus versos. La perspectiva materialista edifica todos los poemas, y permite a la escritora tratar temas habituales en la poesía pero desde un enfoque nuevo (y profundamente radical). Palpita en todos los textos un talante antiautoritario y la conciencia de la lucha de clases, que se asoma o se convierte en centro en todos ellos. También la crítica feminista (rotunda en piezas como la irónica “La dominación masculina”), cómo no. En efecto, la denuncia es el sustrato de estas composiciones (se centra en la desigualdad social y en la represión, sobre todo), pero igualmente brota la proclamación del amor. Desde ahí, se incide en la importancia del trabajo reproductivo (una de las mayores aportaciones de Federici, no olvidemos) a través de la reafirmación de los vínculos y del amor a la madre. Asimismo, la sororidad se expande como los pigmentos de las acuarelas recogidas, empapando todo el entramado social sobre el que se redacta la existencia. Igual ocurre con la solidaridad con las otras especies vivas amenazadas. En el fondo, los poemas de Silvia Federici recorren los mismos caminos que su trabajo de ensayo: la crítica a las formas de exclusión y de los mecanismos que someten la vida a la lógica de la producción, del lucro y de la dominación. Por otra parte, la autora medita sobre la capacidad del lenguaje, en especial de representación u ocultación de mundo y las relaciones de poder que lo atraviesan.

Con todo este conjunto, el volumen se convierte en un hermoso canto esperanzado porque abre un horizonte, a partir de la contemplación de la belleza y de la constatación del apoyo mutuo y la rebeldía, donde, sin tregua, abonar la vida viva.

Silvia Federici y Begonia Santa-Cecilia
Yuyu, flores y poemas
136 páginas
La Oveja Roja, 2023

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